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 «Sólo necesito volver a Ucrania»

La vida les ha puesto delante a cuatro regatistas ucranianos y a sus entrenadores la posibilidad de no vivir en primera línea la guerra pero ellos sienten que donde tienen que estar es con los suyos

 «Sólo necesito volver a Ucrania»

Gleb Garanich | Reuters

A principios de esta semana, corría por Whatsapp un mensaje donde decían que cuatro regatistas menores ucranianos y sus entrenadores se habían quedado en El Puerto de Santa María sin poder volver a su casa. La Federación Andaluza de Vela estaba buscando ayuda para ellos. 

Vladimir y Julia, matrimonio y entrenadores de Andrii, Iván, Ilia y Andrii, salieron de Ucrania en enero para competir en vela. Cuando participaban en la Semana Olímpica Andaluza, el ataque ruso a su país les ha dejado en Cádiz, con su familia lejos y sin poder sacar dinero.

El mensaje fue pasando de teléfono en teléfono, pero María y Elena Guitar, dos hermanas de El Puerto de Santa María, decidieron informarse. En pocas horas a María le concertaron una entrevista con los deportistas y pocos minutos después se instalaban en su casa. María tiene espacio y Elena le ha dado apoyo logístico llenándole la nevera y preparando lo que hiciera falta.

Todos ellos son deportistas de élite y viven en Kiev. Los entrenadores tienen dos hijas y una nieta en su país y los cuatro niños tienen en Ucrania a sus padres, con los que se comunican a diario. Todos están contando los días para volver. «El mayor de los niños cumple 18 años en abril. Es el mayor y ejerce de mayor, dice que quiere ir a luchar por su país, como están haciendo sus amigos y sus padres. Vladimir, el entrenador, dice lo mismo», cuenta María. 

La vida les ha puesto delante la posibilidad de no vivir en primera línea la guerra, pero ellos sienten que donde tienen que estar es con los suyos. Aunque eso suponga empuñar un arma cuando tu vida es la vela.

La dirección de Puerto Sherry ha puesto a su disposición barcos para que puedan entrenar y les ha ofrecido lo que precisen: desde coche hasta las dietas de su viaje de vuelta. La Federación les ha devuelto el dinero de la inscripción para que puedan hacer frente a los gastos de estos días. Y muchos vecinos, familiares y amigos de María y Elena se han ofrecido a ayudar de la manera que necesiten. 

Imágenes cedidas por World Central Kitchen.

La vida les ha puesto delante la posibilidad de no vivir en primera línea la guerra, pero ellos sienten que donde tienen que estar es con los suyos.

«¿Y qué necesitan, María?», pregunto yo. «Ellos dicen que solo necesitan que les dejen volver a su país», responde María.

La imagen que se tiene de los países en guerra habla de lo contrario, de la gente que quiere salir del país. Una imagen que transmitimos en los medios de comunicación y con la que estos regatistas ucranianos no están de acuerdo. «Dicen que esa no es la realidad, que la mayoría quiere quedarse y los que salieron, intentan volver para defender Ucrania».

Leía lo mismo sobre Ruslan Hrytsyshyn, un ucraniano también afincado en El Puerto, con su vida hecha totalmente en España. No dudaría en volver a Ucrania para alistarse. Mientras tanto, ha convertido su comercio, El Capricho de la Avenida Pintor Antonio Fernández Sevilla, en un centro de recogida de alimentos y material sanitario para su país. 

A veces dejamos de hacer pequeñas cosas porque estamos obsesionados con hacer cosas grandes. Miramos la montaña y su enormidad. Nos ofusca lo lejos que está esa cima y ahí seguimos, con los pies bien anclados al suelo. Recordándonos, inmóviles, que esa montaña es muy alta.

Imagen cedida por World Central Kitchen

Si María y Elena hubiesen pensado que lo que ellas pueden ofrecer no va a cambiar el mundo, ahora mismo seis personas estarían viviendo unos días mucho más duros. Si Ruslan pensase que por recoger alimentos y medicinas no va a conseguir nada, habría menos gente recibiendo alimentos en Ucrania.

Estos días estoy viendo en diferentes plataformas maneras de ayudar a la población ucraniana. Por menos de 20 euros podemos enviar abrigo, comida y medicina a través de ACNUR. Y por 2 euros, una persona puede comer en la frontera con Polonia gracias proyectos como el de World Central Kitchen (WCK), la ONG liderada por el chef José Andrés.

Y aquí volvemos a lo de antes: «¿yo qué voy a solucionar con unos pocos euros?». Pues acuérdate de nuestra Lola de España: «Si una peseta me diera cada español…». Y mira todo lo que pretendía hacer ella peseta a peseta.

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