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Steve McQueen y Nico Rosberg aportan emocionalidad al coche eléctrico

A los vehículos electrificados, que van camino de convertirse en tendencia dominante, les faltaba este componente

Steve McQueen y Nico Rosberg aportan emocionalidad al coche eléctrico

Rimac Nevera y Dunne Buggy Manx Meyer eléctrico.

Los coches eléctricos han pasado en apenas una década de ser una curiosidad a crear un mercado, y van camino de convertirse en tendencia dominante. 

El comprador está aceptando de buen grado la transición hacia el coche electrificado y cada vez son menos una rareza y más lo habitual. Dentro de todos ellos, es una fuente de discusión que los eléctricos puros sean todavía costosos, o que su usabilidad en lo tocante a autonomía y recargas se ponga en duda. En lo que casi todos coinciden es que como máquinas resulten en general frías, carezcan de alma, y aporten poca emocionalidad.

Sí, sus baterías son cada vez más eficientes, sus promesas para con lo sostenible pueden ser un gran argumento de ventas para los más comprometidos, y cada vez hay más opciones tanto en la zona alta como en la baja del mercado. Es más, aún no han llegado los coches chinos del tipo Kei Car, los destinados a costar cifras que ronden los diez o doce mil euros, aunque se sabe que están al caer y ello multiplicará el número de vehículos carentes de tubo de escape. Cierto es que la mayoría de los conductores realizan su compra, una muy importante, en base a una utilidad meramente práctica: ir al trabajo, llevar los niños al colegio, irse de vacaciones en familia, o ir a hacer la compra. 

Pero muchos conductores obtienen de su pilotaje satisfacciones y alegrías en función de lo que sus coches les transmiten, y los eléctricos, transmiten más bien poco. No vibran, no suenan y sí que aceleran, y mucho, pero es una aceleración exenta de la agitación propia de los motores de explosión. 

Con un plan que promete dinamitar esta percepción llegan al mercado dos vehículos cargados de singularidad, uno de forma inmediata, y otro de manera prevista para 2024. La sorpresa es que en cierto modo llegan de la mano de dos pilotos de carreras: Steve McQueen y Nico Rosberg. El primero fue también actor y nos dejó para siempre en 1980. El segundo arrebató el título mundial de Fórmula 1 a Lewis Hamilton en 2016 a bordo de un Mercedes. 

Este último, residente en Mónaco y fiel converso a la movilidad ecológica, es copropietario de una escudería de carreras eléctricas y ofrece conferencias de corte medioambientalista. Es por todo ello que, siendo una sorpresa mediática, tiene toda la lógica que haya sido el primer cliente del hiperdeportivo eléctrico Rimac Nevera que ha salido de su factoría.

La firma Rimac es una compañía pequeña, pero musculosa, que alberga decenas de patentes únicas alrededor de los coches eléctricos de altas prestaciones. El núcleo duro de su negocio no es fabricar coches, apenas un 10% de su facturación, sino proveer de esta tecnología a marcas como Ferrari, Jaguar, Aston Martin, Porsche, Koenissegg o Bugatti. 

Es de tal el calibre influencia en los coches que están por venir que Porsche se hizo con algo más de la mitad del accionariado y poder disponer de su tecnología con ciertas cotas de exclusividad. Rimac, como marca de coches, acaba de lanzar al mercado su segundo modelo. Del primero, el Concept 1, solo se construyeron ocho unidades, pero de este va a haber en el mundo 150; la mitad de ellas comercializada con su nombre, Rimac Nevera, y la otra mitad remitida a Pininfarina que los venderá con alguna especificación de cuño propio. Y el Nevera no ha podido tener mejor padrino que el Campeón del Mundo de Fórmula 1 de 2016, Nico Rosberg, que se trasladó hasta la factoría croata de Sveta Nedelja para recoger su nuevo vehículo, acabado en negro metalizado. La entrega de llaves fue realizada por el propio Mate Rimac, alma mater de la marca. El Nevera desarrolla la friolera de 1.914 caballos, alcanza los 100 kilómetros por hora en menos de 2 segundos, y su velocidad punta es de 415 km/h. 

Esta bestia eléctrica aplasta cualquier récord, cifra o registro previo alcanzado por cualquier otro coche de combustión. Y para que quede constancia de ello, las 14 cámaras que lleva alojadas a lo largo y ancho de su anatomía registrarán cómo deja atrás a cualquier otra cosa capaz de moverse sobre el asfalto planetario. Que a nadie extrañe que el siguiente en pedir precio sea Cristiano Ronaldo, coleccionista de Bugattis, en cierto modo copropietaria de esta firma, y modelo de referencia… hasta que alguien abrió la puerta de esta Nevera.

La otra muestra de que un eléctrico sí puede ser divertido viene de la mano del difunto Steve McQueen. Dos personas vivían dentro del norteamericano: el actor, y el carrerista, y una de las muestras más representativas de su saber hacer al volante se pudo ver en la película de 1968 El secreto de Thomas Crown. McQueen dio un paseo a Faye Dunaway, cuyas risas se mezclaban con el bramido del motor Volkswagen de aquel Dune Buggy rojo, correteando por las playas de Crane Beach, Massachusetts. Tras aquella icónica escena, la popularidad del Buggy estalló a nivel planetario.

Cualquier aficionado o no al automovilismo quería emular a McQueen haciendo el cabra por las dunas con un aparato como aquel. Su nombre completo era el Meyers Manx Dunne Buggy, y fue diseñado en los años 60 por Bruce Meyer con la idea de correr por el desierto. Salta ahora al siglo XXI con una electrificación con la que promete ser un coche sumamente divertido. Su creador murió en 2021 pero antes vendió su compañía a Trousdale Ventures, actuales impulsores de este renacimiento. Para dar una nueva vida a la idea reclutaron al diseñador Freeman Thomas, padre del Volkswagen Escarabajo de última generación o los Audi TT, entre otros. Construido en California, el nuevo Buggy se retrotrae a las líneas del original pero con aire de la modernidad de nuestro tiempo. Su chasis será un monocasco de aluminio, sin ventanillas y techo desmontable de fibra de carbono. 

Aloja dos opciones de potencia aparejadas a las capacidades de sus baterías, una de 20 Kw y otra de 40. Quizá pudieran parecer escasas, aunque una de las claves de su eficiencia será su ligereza. La información de fábrica es escasa; sin embargo, aseguran que la distancia recorrida podría alcanzar los 250 kms con la versión menos potente, y casi 300 con la superior, pero contando con más caballería. Más pesado que el original con motor de combustión, sus diseñadores prometen que su tara no superará los 800 kilos, unos 200 más que el original. Toda la energía estará aplicada al tren trasero, con dos motores independientes dotados con un control de tracción electrónico con vectorización de par. Se estima que en la versión más potente, la de 40 Kw, su aceleración de 0 a 100 quede por debajo de los cinco segundos. Si aun estuviera entre nosotros, Steve McQueen sonreiría al subirse en uno de estos, y Nico Rosberg seguramente va a querer uno cuando los vea. Bueno, al primero le pasaría lo mismo al ver el Rimac negro metalizado del germano. Y a cualquiera.

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