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Depresión sonriente: por qué fingir felicidad te hace peor de lo que crees

Ser pretendidamente feliz cuando en nuestro interior algo nos dice que va mal no solo no soluciona las cosas, sino que las agrava

Depresión sonriente: por qué fingir felicidad te hace peor de lo que crees

Un hombre gesticula con alegría y tristeza. | ©Unsplash

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 320 millones de personas en el mundo padecen depresión, una de las patologías de salud mental con mayor prevalencia y a la cual la resaca del covid-19 ha contribuido a aumentar. Sin embargo, en un mundo empeñado en parecer feliz o demostrarlo en redes sociales, los signos de tristeza podrían estar penalizados. Así aparece la depresión sonriente, un ocultamiento de una situación real que puede complicar la recuperación de los pacientes depresivos.

El auge del pensamiento positivo, cuando se conceptúa mal y se obvian realidades que puede sufrir el paciente, relativizando los conceptos de la depresión o catalogándola como estado de ánimo y no como enfermedad, son parte de esta circunstancia. Los nuevos ritmos de vida, también jaleados o espoleados por las redes sociales, pueden además actuar de reflejo de una realidad alternativa que no se corresponde con lo que realmente sentimos.

Aún por tipificar, aunque la depresión sí está definida dentro de los manuales de psicología y psiquiatría, los patrones en los que los pacientes que sufren depresión sonriente se repiten con los ya conocidos. Cambios en el peso, en el apetito o en los ritmos de sueño; cansancio, sensación de fatiga o letargo; sentimientos de desesperanza y baja autoestima, además de la pérdida del interés en actividades que antes resultaban placenteras o divertidas.

Sin embargo, de cara a la galería, la situación es bien distinta, haciéndose complicado para terceros el comprender si esta persona realmente sufre depresión. Para definirla, Vanessa Rodríguez Pousada, profesora colaboradora del máster universitario de Psicopedagogía de la UOC (Universitat Oberta Catalunya), explica que «el término depresión sonriente hace referencia a los cuadros depresivos que cursan con la sintomatología típica asociada a dichos trastornos, pero en los cuales el sujeto diagnosticado muestra un afán de ocultamiento».

Depresión sonriente: la depresión enmascarada

El problema radica, según afirma la experta, en este ocultamiento porque existe «un anhelo que redunda en una posición activa para que las personas que lo rodean no perciban el malestar al que está haciendo frente». El problema, por tanto, se agrava al correr este velo sobre una situación, ya que «las personas que la padecen se esfuercen en esconder su malestar se traduce en una mayor dificultad para detectarlo».

Las complicaciones, al intentar enmascara lo que está sucediendo con la depresión sonriente, son las mismas que suceden con una depresión típica y como denuncia la profesora de la UOC, «son conscientes de lo que les pasa». En cuanto a las causas, cita el «creer que su obligación es ser feliz y que no pueden mostrar emociones negativas». Ello influye no solo en la personalidad del propio paciente, sino en una concepción sociológica que ha ido exacerbándose con los años.

«Junto a esta dictadura de la felicidad ha ido acrecentándose un individualismo desde cuya óptica se tiende a minusvalorar las circunstancias personales, sociales y estructurales de un sistema decidido a convencernos de que la salud y la enfermedad están ligadas casi exclusivamente a deficiencias psicológicas personales», enfatiza Rodríguez Pousada. Por ello, pone sobre la mesa otro mantra contemporáneo igualmente pernicioso en estos casos de depresión sonriente.

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La depresión sonriente consiste en fingir ser feliz para ocultar la depresión. ©Gtres.

«Vivimos en una sociedad en la que ser feliz es un imperativo», inicia. En ella, «la autodeterminación y las capacidades propias son los ejes vertebradores de nuestro bienestar. Así, se presupone que estar bien o no estar bien depende exclusivamente de uno mismo», una falacia que se podría sintetizar en un pensamiento positivo de que la salud mental es solo una cuestión de actitud.

Depresión sonriente: redes sociales y género

El drama de esta depresión está en que es difícil comprender a la persona que lo sufre, pues no vemos su verdadera cara salvo que podamos indagar más allá. Si caemos en lo superficial, veremos que es alguien aparentemente feliz y que por tanto podría no necesitar ayuda o intermediación de terceros. Además, con ello surge una complicación añadida, como menciona la profesora Rodríguez Pousada, pues se trata de la autoculpabilización de la persona por sentirse mal en esta depresión sonriente.

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El escaparate de felicidad y éxito que pueden suponer las redes sociales también podrían encubrir una depresión sonriente. ©Unsplash.

Al no mostrar las verdaderas emociones, la situación se agrava pues «la depresión representaría para estos pacientes la propia incapacidad para hacer frente a algo que deberíamos saber manejar y se revela como un significante de la propia debilidad». En ello, explica esta experta en Psicopedagogía, que, a pesar de no haber un perfil establecido, sí pueden advertirse patrones en «personas perfeccionistas, que con frecuencia toleran peor los fallos, pueden estar entre quienes la sufren si perciben la depresión como una debilidad y una carencia personal».

En un sentido similar, a pesar de no haber datos concretos de prevalencia de género en la depresión sonriente, explica que «si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad de signo heteropatriarcal, donde la demostración del mundo emocional y de las propias debilidades se encuentra más estigmatizada en los hombres, los estereotipos masculinos podrían intervenir como un factor de vulnerabilidad», disimulando así el mito de que los chicos no lloran, resumido de forma somera.

A todo ello, como una losa más en la depresión sonriente, se puede añadir el concurso de las redes sociales como un silenciador de esta circunstancia, al representar allí situaciones de aparente felicidad. Así opina Ferran Marsà Sambola, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, «vivimos en una sociedad donde constantemente tenemos que demostrar a los otros que tenemos una vida perfecta. En mi opinión, esto se refuerza a través de las redes sociales».

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El rol de la masculinidad tóxica podría también estar ligado a la depresión sonriente. ©Unsplash.

Un sino de los tiempos modernos que también cree que sucede Vanessa Rodríguez Pousada, ya que las redes sociales sirven como escaparate para mostrar la parte exitosa de uno mismo. «Al mismo tiempo, la comparación entre la propia vida y la supuesta vida de los demás brota como un juego de espejos engañoso, en el que la realidad se difumina. Las redes sociales pueden aparecer aquí como autopistas por las que transitar bajo la ocultación del malestar», resume sobre esta patología al alza.

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