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Elecciones Francia: ¿Qué es un cordón sanitario y cómo se aplica?

Se trata de una medida política por la que los partidos establecen un veto a otras formaciones extremistas para impedir su llegada al poder

Elecciones Francia: ¿Qué es un cordón sanitario y cómo se aplica?

El actual presidente de la República de Francia, Emmanuel Macron. | Gao Jing

El actual presidente francés, Emmanuel Macron ha logrado resistir ante la extrema derecha de Marine Lepen al hacerse con el 27,4% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo. Por su parte, la líder de la Agrupación Nacional ha registrado el 24,3% de los votos y se medirá con Macron el 24 de abril en una segunda ronda de los comicios que resultará decisiva para determinar quién ocupará la próxima presidencia del Gobierno en Francia.

Con estas cifras, el partido de La République En Marche!, encabezado por el actual dirigente francés, supera el voto registrado en 2017 (24%) y se mantiene, tal y como estimaban las previsiones, tres puntos por encima de la formación ultraderechista de LePen, que también ha visto incrementada su influencia electoral con respecto a los pasados comicios en más de cuatro puntos (21,3%).

Todo ello deja la decisión en manos de una segunda ronda de elecciones en la que los ciudadanos franceses deberán decantarse por uno de los dos líderes; una decisión envuelta en la polémica que desata el hecho de que las ideas radicales de Marine LePen puedan llegar a hacerse con el poder en el Eliseo.

Posible cordón sanitario al partido de Marine Le Pen

Ante el crecimiento de la ultraderecha en el país, en el entorno de la izquierda francesa comienza a hablarse de la posibilidad de ejercer un cordón sanitario contra la líder de Agrupación Nacional. Foto: Rit Heize.

Ante el crecimiento de la ultraderecha en el país, en el entorno de la izquierda francesa comienza a hablarse de la posibilidad de ejercer un cordón sanitario contra la líder de Agrupación Nacional. Se trata de una medida relativamente común en la política por la que los partidos establecen un veto a otras formaciones que consideran radicales. De esta manera, las aíslan y evitan pactar con ellas para impedir que partidos extremistas puedan llegar al poder.

El término deriva del conjunto de medidas establecidas en un país para evitar la propagación de enfermedades, plagas o infecciones. Su origen se remonta a 1821, cuando Francia optó por cerrar sus fronteras con España y enviar 15.000 soldados a los Pirineos para que la fiebre amarilla no lograra pasar de un país a otro. Sin embargo, las acciones sanitarias del país escondían detrás intenciones políticas, pues impedían que el liberalismo regresase a Francia desde España después del fin de la revolución movida por las ideas napoleónicas.

Los líderes de los partidos que se han quedado fuera de la pugna por el Gobierno han pedido a sus votantes que apoyen a Macron para así a aislar políticamente a la ultraderecha de Le Pen, tal y como ha ocurrido en múltiples ocasiones de la historia democrática del país. Cuando el Frente Nacional (antiguo nombre del partido Agrupación Nacional) pasa a la segunda vuelta, el resto de partidos acostumbra a respaldar al otro candidato, independientemente de su corriente política. Así ocurrió en las elecciones presidenciales del año 2002, cuando la izquierda se movilizó a favor de Jacques Chirac para evitar la victoria de Jean Marie Le Pen, padre de la actual candidata y exlíder de la ultraderecha.

Elecciones presidenciales 2022: ¿Qué apoyos tendría cada candidato?

Durante la noche electoral francesa del pasado domingo, los dirigentes de los diferentes partidos fueron expresando su intención de voto en la final del 24 de abril. El partido de Jean-Luc Mélenchon, Francia Insumisa, tercera fuerza política del país con un 20% de los votos, ha pedido públicamente que se evite el voto a Le Pen. Así lo ha expresado el político a través de su cuenta de Twitter: «Sabemos por quién no votaremos nunca. No hay que darle ni una sola voz a Madame Le Pen«.

A esta postura se suma también el anticapitalista Philippe Poutou, quien considera que «ningún voto debe ir a la ultraderecha», a pesar de no haber dejado claras sus intenciones de voto. Por su parte, Anne Hidalgo, del grupo socialista, ha instado a votar a Macron, mientras que Valérie Pécresse, de los republicanos, también ha confirmado de manera pública su voto al actual presidente francés. A los apoyos de La République En Marche! se unen también el candidato ecologista Yannick Jadot y el del partido comunista, Fabien Roussel, que ha hecho un llamamiento a sus votantes para «vencer a Marine Lepen».

El también ultraderechista,  Éric Zemmour, con un 7% de los votos, ha sido el único que se ha mostrado a favor de la líder de Agrupación Nacional en la jornada del próximo 24 de abril.

¿Cómo funciona el sistema electoral francés?

El modelo político de Francia es semipresidencialista, lo que significa que el presidente de la República es elegido mediante sufragio universal directo (cualquier ciudadano francés mayor de 18 años inscrito de forma activa en las listas electorales) y ejerce como como jefe del Estado y cabeza del poder ejecutivo. De esta manera, está también habilitado para disolver la Asamblea Nacional y escoger a un tercio de los jueces del Consejo Constitucional.

El presidente de Francia se escoge mediante un sistema de dos vueltas. Para que un candidato salga vencedor en la primera vuelta necesita de la mayoría absoluta, es decir, más del 50% de los votos. En caso de que esto no sea así, como ha ocurrido este domingo, los dos aspirantes más votados pasan a una segunda vuelta que se celebra dos semanas después. En esta segunda votación, el candidato con más apoyos se lleva el triunfo electoral.

En Francia existe una cohabitación de jefes de Estado y Gobierno (Primer Ministro), que se refleja en una separación de elecciones presidenciales y legislativas. El principal problema de este fenómeno reside en la posibilidad de que puedan darse liderazgos de distinto color político por los que el dominio del presidente no sea extensible a la Asamblea Nacional y el Senado y se dificulte la toma de decisiones. La solución más factible para ello llegó en 2002  cuando el Consejo Constitucional de Francia decidió cambiar el curso de las elecciones presidenciales, que serían celebradas cada cinco años, poco antes de las legislativas, de manera que las dinámicas electorales se arrastraran de una votación a otra.

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