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«Las personas mayores siguen deseando»: ¿cómo cambia el sexo en la tercera edad?

«La gente mayor se quita un montón de prejuicios de encima, un montón de complejos, aprende sobre la sexualidad y se desinhibe»

«El sexo es beneficioso toda la vida». Así de claro y así de simple. Y sí, «la sexualidad de las personas mayores existe, está ahí, es muy necesaria y tiene un montón de beneficios». Así opina la terapeuta sexual Ana Lombardía, que colabora con la marca We-Vibe en una campaña con el objetivo de visibilizar el sexo en la tercera edad y transmitir la idea de que el sexo no tiene edad.

«No te imaginas el cachondeo que tienen en las residencias de ancianos entre las habitaciones, las camas para arriba, las camas para abajo, los ligues, siguen teniendo las mismas historias de adolescentes casi», cuenta entre risas.

No por hacernos mayores dejamos de desear y, por eso, no hay por qué dejar de disfrutar del sexo. «La realidad es que las personas mayores siguen deseando, siguen siendo deseables, siguen pasándoselo fenomenal en la cama y, muchas veces, todas esas dificultades que pueden surgir con la edad a nivel físico se pueden contrarrestar con toda la experiencia que tienen», dice Lombardía.

Cómo cambia el sexo con la edad

El cuerpo cambia y por tanto, el sexo cambia. «Cuando nos hacemos más viejos, la piel cambia, hay menos tensión a nivel muscular, el riego sanguíneo puede ser peor y eso nos puede afectar de alguna forma y puede hacer, por ejemplo, que las erecciones cuesten un poco más, o que haya un periodo refractario mayor entre orgasmo y orgasmo, pero eso no significa que no podamos disfrutar de la sexualidad», afirma Lombardía, que insiste en dejar clara la idea de que la sexualidad va mucho más allá de la penetración y los orgasmos.

Lo importante no son los cambios que sufre nuestro cuerpo, «sino cómo los vive cada uno y de qué forma nos planteamos la sexualidad a lo largo de nuestra vida». Porque con todos los aspectos de la vida, no podemos plantearnos el sexo de la misma manera cuando somos adolescentes que cuando nos hemos jubilado ya y, por eso, «el problema llega cuando intentamos vivir la sexualidad de los 20 a los 80, eso no puede ser en ningún caso», explica la sexóloga. «Es como si pretendiéramos tener el mismo ocio a los 20 que a los 80, no tendría ningún sentido, nadie se lo cuestiona, pero con el sexo sí que pensamos que tiene que seguir siendo así, que si no, es peor, ahí están los juicios de valor que emitimos acerca del sexo, pero no es peor para nada», añade.

De hecho, el sexo puede mejorar, y mucho, con la edad. «La gente mayor se quita un montón de prejuicios de encima, un montón de complejos, un montón de tabúes, aprende un montón sobre la sexualidad y se desinhibe y se suelta mucho más que a lo mejor alguien de 20», señala Lombardía. De jóvenes, aún tenemos «un montón de mitos alrededor del sexo que a lo mejor una persona mayor a base de experiencia se ha quitado de encima».

Los tabúes sociales

A pesar de que la experiencia debería ser una ventaja a la hora de desarrollar nuestra sexualidad, lo cierto es que los tabúes y las presiones sociales hacen que en muchas ocasiones, asociemos la edad a una falta de deseo o de una vida sexual activa.

Esto ocurre, por ejemplo, con todos los mitos que hay en torno a la menopausia: «Que con la menopausia te secas, que se te quita el deseo, que ya no sientes placer, que ya no tienes orgasmos… Por supuesto que con la menopausia hay cambios, pero eso no significa que no se pueda disfrutar de la sexualidad ni que vaya a afectar tan negativamente como dicen, lo que pasa es que muchas mujeres interiorizan esa idea de que cuando me llega la menopausia ya no voy a disfrutar más, se lo acaban creyendo y realmente no disfrutan, aunque no haya ninguna evidencia a nivel físico que corrobore que en su caso tenga que dejar de sentir placer», explica Lombardía. Lo que pasa es que «al final dejan de sentirse atractivas, dejan de sentirse deseables y, por tanto, dejan de disfrutar de la sexualidad».

¿Vamos mejorando?

En los últimos años estamos presenciando una especie de despertar sexual, una pérdida de las vergüenzas. El placer ya no es algo oculto, el sexo no es un tabú y los juguetes sexuales inundan nuestras conversaciones de sobremesa. ¿Acabaremos con las presiones sociales que hay ahora sobre el sexo?

«Yo creo que vamos avanzando, pero queda mucho camino por hacer y cada vez van surgiendo problemas nuevos, al final esto es una evolución constante, los problemas que tenemos ahora los vamos resolviendo pero aparecen otros nuevos», opina la sexóloga. «La sexualidad es un trabajo constante que hay que ir haciendo, porque tiene que ver con cómo nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos y eso está en constante evolución».

Lo que si tiene claro es que cuanto más hablemos del tema y más lo naturalicemos, mejor. «Si lo hablas más, lo naturalizas más y, por tanto, lo disfrutas más. El hecho de poder hablarlo y visibilizarlo es fundamental».

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