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No, el Estado Islámico no ha sido derrotado: la amenaza yihadista continúa

A pesar de las pérdidas territoriales, financieras y logísticas durante los últimos años, el Estado Islámico sigue siendo el grupo terrorista más mortífero del mundo

No, el Estado Islámico no ha sido derrotado: la amenaza yihadista continúa

En 2017, 18.814 personas perdieron la vida en atentados terroristas. Afganistán, Iraq, Nigeria, Somalia y Siria fueron los países más afectados por este problema global. Los cinco Estados suman el 70% del total de muertes por terrorismo en todo el planeta. A pesar de las pérdidas territoriales, financieras y logísticas durante los últimos años, el Estado Islámico sigue siendo el grupo terrorista más mortífero del mundo con 4.350 muertos bajo su bandera en 2017, según el último informe del Índice Global del Terrorismo. Su fuerza ideológica, que sigue difundiendo a través de su agencia Amaq, y su descentralización, con filiales en diferentes países que actúan de manera autónoma, son las claves de que siga existiendo.

La mayoría de los atentados terroristas perpetrados por grupos como el autoproclamado Estado Islámico (EI), Al Qaeda, Boko Haram o los Talibán, entre otros, tienen lugar en países de Oriente Próximo y África. Según un informe del US National Counterterrorism Center, entre 2001 y 2015, el 75% de los muertos se produjeron en países de mayoría musulmana. Y, en 2017, el 98% de los ataques del EI ocurrieron fuera de suelo occidental (EEUU y Europa), en la región conocida como MENA –Oriente Próximo y Norte de África–.

En marzo de 2019, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguraba que el Estado Islámico había sido derrotado en Siria. Apenas cinco meses después, en agosto de 2019, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha alertado de que, a pesar de perder su califato territorial, el Estado Islámico ha solidificado sus capacidades insurgentes en Iraq y ha vuelto a reaparecer en Siria. Pero más allá de Siria e Iraq, las redes del EI se extienden a Afganistán, África subsahariana, Asia Central, Chechenia, India y Bangladesh.

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Un coche bomba explota junto a vehículos blindados de las fuerzas especiales iraquíes en Mosul, Iraq, el 16 de noviembre de 2016. | Foto: Felipe Dana/AP.

Aún habiendo perdido el 60% de su territorio y el 80% de sus ingresos desde 2015, el Estado Islámico no se rinde. Sigue siendo la organización terrorista más activa, por encima de los talibanes afganos, al-Shabaab, el antiguo Boko Haram y al-Qaeda.

Si bien es cierto que el EI ha sido derrotado militarmente casi por completo, ahora lo más complejo es acabar con su ideología. El reto que se plantea ahora es eliminar la propagación de las ideas yihadistas radicales, exterminar la semilla que ha sembrado en parte de la población, una gran amenaza latente en los retornados, aquellos extranjeros que lucharon con el grupo terrorista y que ahora regresan a sus países de origen. 

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Una mujer dispara al aire en una base de las Unidades de Movilización Popular al sur de Mosul, Irak, el 20 de noviembre de 2016. | Foto: Felipe Dana/AP.

Además, tras la toma de Mosul y Raqqa, los dos grandes bastiones del EI en Irak y Siria, respectivamente, un gran número de yihadistas han decidido marcharse a Afganistán, donde opera el Estado Islámico de la Provincia de Khorasan, un territorio que podría acabar convirtiéndose en una importante base de operaciones para el grupo terrorista.

¿Cuál es su ideología?

El yihadismo es la corriente islamista que defiende que la yihad bélica es un pilar del islam, junto con los otros cinco pilares que establece el islam, y que es el método de liberación de la Umma (comunidad islámica). Desde su creación, el Estado Islámico ha tratado de establecer un califato islámico basado en su interpretación extrema del Islam y la Sharia (ley islámica que constituye un código detallado de conducta y que no es un dogma ni algo indiscutible, sino objeto de interpretación).

El Califato, dentro del imaginario islamista, hace referencia a la extensión universal del islam, y por tanto no contempla fronteras, es más una concepción ideológica que territorial. El autoproclamado Estado Islámico busca extender su visión más rigorista del islam wahabita por la mayor cantidad de territorio posible. 

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Estudiantes sirios pasan frente a edificios destruidos en Raqqa, el 5 de abril de 2018. | Foto: Hussein Malla/AP.

La aplicación radical de la Sharia, la explotación generalizada de las mujeres como esclavas sexuales y la violencia han llevado a un éxodo masivo de civiles de los territorios controlados por el Estado Islámico, lo que ha perpetuado aún más la crisis de refugiados de la guerra siria y ha obligado a abandonar su hogar a millones de personas.

¿Cómo se financia?

Desde 2012, ISIS se ha basado principalmente en cinco fuentes de financiación: ganancias ilícitas del territorio ocupado, rescate de secuestrados, donaciones privadas, apoyo material de combatientes extranjeros y recaudación de fondos a través de redes de comunicación modernas.

Desde septiembre de 2014, los expertos estimaron que ISIS vendió petróleo a un precio de 25 o 30 dólares por barril, ganando entre uno o dos millones de dólares al día. Sin embargo, tras perder territorio a manos del ejército sirio e iraquí, con apoyo internacional, sus ingresos petrolíferos han disminuido sustancialmente. A principios de 2016, los ataques aéreos de la coalición internacional contra la infraestructura petrolera y el bajo precio del petróleo crearon una presión financiera sobre el grupo terrorista.

El autoproclamado Estado Islámico también extrajo fondos considerables de los ocho a 10 millones de personas que vivían en el área bajo su control. Según Reuters, la extorsión y los impuestos del grupo generaron hasta 360 millones de dólares por año.

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Varios manifestantes portan banderas del Estado Islámico en Mosul, a 360 kilómetros de Bagdad, el 16 de junio de 2014. | Foto: AP.

El tráfico ilícito de obras artísticas robadas o saqueadas de museos o yacimientos arqueológicos, y el cual sigue la misma ruta que el petróleo o las armas, también supone un ingreso para las arcas del grupo EI de aproximadamente 100 millones de dólares, tal y como aseguran el embajador de Irak ante la ONU y el Departamento de Estado de EEUU.

No obstante, ya han pasado los años de oro y gloria del EI, al menos del momento. Atrás quedan los vídeos propagandísticos en diferentes idiomas y cuidados al detalle. La organización ya no es lo que era en 2014, el año que mas muertes causó, pero su ideología sigue latente.

En una entrevista con The Objective en 2017, el general Miguel Ángel Ballesteros, por aquel entonces director del Instituto Español de Estudios Estratégicos y actual Director del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), ya lo tenia claro: «La lucha contra la radicalización consiste en ganar los corazones y las mentes».

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