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David Saavedra, exnazi: «Si hubiera publicado mi libro en los 90, ya estaría muerto»

Durante 20 años, David Saavedra formó parte de la extrema derecha española, ahora cuenta su experiencia en su libro, ‘Memorias de un exnazi’, para evitar que otros jóvenes sigan su mismo camino

Tiene que ser muy complicado asumir que has perdido prácticamente toda tu vida en una burbuja de fanatismo a la que entregas tu identidad, tus emociones y tu raciocinio. Durante 20 años, David Saavedra (40 años) formó parte de la extrema derecha española: admiró la Alemania que creó Adolf Hitler, se tatuó la espalda con un enorme retrato de Rudolf Hess, lugarteniente del Führer, elaboró un censo de judíos en Pontevedra y se preparó físicamente para la batalla participando en enfrentamientos físicos extremos en la sierra de Madrid. Un día empezó a dudar. El poder transformador de los libros comenzó a derruir su castillo de dogmas; un cañón de una pistola metido en la boca, la señal de que había tocado fondo. Ahora cuenta su experiencia para evitar que otros jóvenes sigan su mismo camino en su canal de YouTube y en su libro: Memorias de un exnazi. Veinte años en la extrema derecha española, donde intenta dar respuesta a la pregunta clave: «Por qué». Una forma de hacer algo de valor con todos esos años. Un clavo ardiendo donde agarrarse y sacar de toda esa pérdida algo valioso.

David, ¿cómo tienes tan claro que ya no eres un nazi? 

Eso es bastante evidente. Resumiéndolo mucho, porque no pienso como un nazi. No es solo la ideología, sino cómo funciona tu cerebro, cómo organizas los pensamientos, cómo recibes la información, cómo analizas esa información. Hace poco hablaba con una amiga de las semejanzas que hay entre el radicalismo islámico y el nazismo en esa forma de entender el mundo y razonar y, por tanto, obrar en consecuencia. Simplemente el darme cuenta de estas conexiones ya me dice que estoy con una visión desde fuera, ajena a ese mundo, porque cuando estás dentro no te das cuenta de nada de esto.

¿Por qué has dado el paso de escribir este libro? 

He tardado cuatro años en terminarlo. Como digo al final de él, yo llegué a un punto de ruptura, de reconexión, porque cuando estás en esos mundos, a los que yo llamo burbuja, estás desconectado de la realidad. El proceso de volver a reincorporarte al sentido común, a lo que el resto de la gente ve, es un proceso complicado, duro, porque tienes que reordenar estructuras que han sido tu personalidad misma durante toda tu vida y eso conlleva rehacerte a ti mismo como persona. En esa tesitura una persona me propuso que lo pusiese todo por escrito a modo de diario para ordenar mis pensamientos, y así fue como empecé a escribir. Cuando me di cuenta llevaba ya 50 páginas y ahí dije: «esto me da para un libro». Así apareció la idea de que todo lo que yo había vivido podía convertirlo en algo productivo para otras personas.

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Imagen: Elena Tejero

Has decidido publicar el libro con tu nombre y apellidos, con tu rostro, ¿no tienes miedo a represalias? ¿Has recibido amenazas?

Ayer recibí una, es un goteo constante. Tuve mucho miedo al principio. El día antes de la emisión de la entrevista con Jordi Évole, tenía bastante miedo, y las semanas previas tuve muchas dudas. Pero mi intención con el libro no es publicarlo y ya está, porque sino lo hubiera publicado con cualquier nombre y no hubiera puesto mi cara. Mi objetivo fundamental es dar charlas en colegios e institutos que es donde realmente puedo influir en chavales. Tengo miedo, sí, aunque a día de hoy, dos meses después de la publicación, tengo menos miedo, aunque no puedo bajar la guardia, tengo que tomar precauciones y creo que la tendré que vivir así el resto de mis días.

¿Cuáles son esas precauciones?

No te las puedo decir porque la gente que está pendiente de mí obraría en consecuencia. Pero sí te puedo decir que son las mismas que un Guardia Civil tomaba en los 80 y 90 en Euskadi.

Eras un adolescente cuando comenzaste a coquetear con estas ideologías y a los 18 ingresaste en la burbuja –como llamas a estas estructuras–, ¿qué lleva a un chaval joven a sumergirse en la extrema derecha española? 

Yo a esta pregunta siempre le doy la vuelta y lanzo la pregunta de cómo es posible que no se cuenten por decenas de miles los chavales que se ven atraídos por la extrema derecha española. Es un discurso brutal, salvaje y atractivo cuando tienes 14 ó 15 años. No sería de bicho raro decir que a esa edad yo era un chaval muy inseguro, con muchas incertidumbres e inseguridades, y topé con estas ideologías que te ofrecen certezas muy sólidas, muy firmes, algo a lo que agarrarte, alguien que ser, una identidad… Es como que de la noche a la mañana dices «este es mi sitio, aquí encajo». Aunque esta es la cara A, que es la parte atractiva, de los discursos de honor, de gloria, de épica; pero luego tiene la cara B, y es esa que te va absorbiendo poco a poco por dentro y no eres consciente.

Cuando somos jóvenes somos muy influenciables, nuestro carácter se conforma con lo primero que pilla y la verdad es que este tipo de estructuras se te meten hasta el fondo de todo, hasta el punto de que no eres capaz de diferenciar la ideología de quien tú eres. Y eso es lo que distingue a un fanático. A un fanático le quitas la ideología y no hay nada debajo. Una persona que me ayudó en mi proceso un día me dijo: «Más allá de tus ideas, ¿qué tu gusta, qué haces?». Me tomó mucho tiempo responderle porque no había nada, por eso me costó tanto deshacerme de esa mochila.

En el libro haces mucho hincapié en la importancia de la educación. Lo poco que en los colegios se habla del Holocausto o de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo. ¿La falta de conocimiento histórico y la dinámica de las redes sociales actúan a favor de estos grupos?

Hace poco me pasaron una noticia que decía que uno de cada tres europeos conoce poco o nada sobre el Holocausto. En los colegios no se habla de esto porque por temario no se llega, coincide con el final del curso y se pasa de puntilla. Esto es un error muy grave, porque no es un periodo histórico más, encierra una serie de circunstancias muy peligrosas que hay que recordar bien. Yo recuerdo charlas sobre las drogas o el alcohol pero absolutamente nada sobre las ideologías totalitarias, el fascismo, el nazismo, y a día de hoy, 20 o 30 años después, seguimos igual.

Llegaste a ser jefe de propaganda Alianza Nacional, ¿cuál era tu función?  

Dicho así parece muy rimbombante, pero la verdad es que no había ningún otro candidato. Mi función era diseñar las campañas de propaganda que se hacían. Hasta ese momento era todo muy anárquico, improvisado, y a raíz de mi toma de posesión de ese cargo intenté establecer una disciplina de partido y todas las delegaciones del mismo trabajaban juntas.

¿Cómo se subvencionan ese tipo de formaciones?

Con las propias cuotas de los afiliados.

¿Y cuántas personas pueden haber dentro de esa burbuja en España? 

Ahora ya muy poca. El mundo neonazi está bastante de capa caída. Yo estoy muy seguro de que si hubiera publicado mi libro en los 80/90 ya estaría muerto, segurísimo. En aquellos años era muy fuerte y había gente muy peligrosa metida dentro. Ahora nos encontramos con una circunstancia nueva, y es que si bien estos grupos, como son los nazis y fascistas del siglo XX, están prácticamente muertos, su discurso no ha muerto sino que se ha filtrado en otras formaciones más aceptadas y después de muchas décadas ha vuelto al Parlamento español.
«Vox tiene partes del discurso nazi pero no las suficientes para ser tildado como tal»

¿Y Vox qué papel juega en todo esto? ¿Se le puede considerar un partido nazi?

Vox no tiene nada de nazi, Vox no defiende una conspiración judía, como defendíamos los nazis, pero sí que está dentro de su discurso la cuestión de los lobbies, por ejemplo, el lobby LGTBI, el lobby feminista, etc. Hay una simplificación extrema de la realidad y el discurso. No se puede hablar de que sean nazis, porque no compran muchas cosas de los nazis y a la vez defienden cosas que los nazis nunca defenderían, como la monarquía o la defensa del estado de Israel. Es algo ambiguo, tiene partes del discurso nazi pero no las suficientes para ser tildado como tal.

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Imagen: Elena Tejero

¿Qué opinas sobre esta ola de delitos de odio que están teniendo lugar últimamente? ¿Estamos al borde de un nuevo reinicio del fascismo?

No reinicio del fascismo, pero como dijo un historiador: «La historia no se repite, pero rima». No hay camisas pardas desfilando por la noche con antorchas por la calle, pero hay muchas similitudes.

¿Que futuro le auguras a los jóvenes de la sociedad actual ?

Muy negro. En la única charla que di, pregunté si conocían a Roma Gallardo, que es un Youtuber bastante famoso, y todos levantaron la mano. El discurso de Gallardo no es nazi, pero es demasiado parecido a Vox, mucha victimización, mucha negación de discursos feministas, de no querer entender, y muchos de los postulados que defiende me son muy familiares. Habla de lobbies, de supremacismo… Su discurso se compra dentro de estos mundos. Si hay chavales que no leen pero fagocitan este tipo de discursos, no es como si se leen el Mein Kampf, como hice yo con 15 años, pero parecido.

¿Qué puede hacer un padre para frenar el proceso de radicalización de un hijo? Cuentas cómo tus padres actuaron tirándote todo lo relacionado con el nazismo, como banderas, camisetas o libros, y que eso lo que hizo fue acelerar tu proceso de inmersión. 

Aquí hay un problema bastante grave. Nos encontramos que somos una sociedad que no es capaz de reflexionar. ¿Cuántos padres de familias hay por ahí que son machistas y no lo saben? ¿Cómo hacer para que su hijo no se radicalice con un discurso que una de sus puertas de entrada es el machismo? Pues no se puede. Lo primero que hay que hacer cuando aparecen estas señales –como ver a tu hijo pintar una esvástica– es prestarle atención. Me explosiona la cabeza cuando escucho decir que son cosas de chiquillos, porque es algo a lo que hay que prestar atención desde el minuto uno, no mofarse, sentarse con él a hablar, preguntarle qué significa para él, por qué la pinta y hablar sobre el tema. Yo no viví nada de eso ni en el colegio, que estoy seguro que vieron estas señales y pasaron olímpicamente de ellas, ni en mis padres, que no los voy a culpar porque como tantos otros miles de padres es algo sobre lo que no se tiene conocimiento, ni herramientas, ni sabes cómo actuar. Por lo que cuando se detectan estas señales hay que pararse y tomar tiempo en hablar con el chico o chica y contrarrestarlo.

¿Estás arrepentido por alguno de tus actos llevados a cabo por tu ideología? 

No, de ninguno. Primero porque nunca cometí ningún hecho verdaderamente grave, no pegué ninguna paliza a ninguna persona, o no llegué a hacer lo que estaba planeando hacer, y es que nos queríamos constituir como un grupo armado; y segundo, no me arrepiento porque gracias a ese pasado dispongo de una información y perspectiva bastante determinante a la hora de desarrollar herramientas para frenar este tipo de movimientos.

«Los atentados supremacistas acabarán llegando a España, es inevitable»

Como dices, te propusieron junto a otros miembros de la burbuja constituir un grupo armado y cometer atentados terroristas. Esto me recuerda, por ejemplo, al atentado de Breivik en Utoya. ¿Crees que esto podría pasar en España?

Es cuestión de tiempo. España siempre va tarde. En el auge de partidos de extrema derecha, España fue el último. Cuando el Frente Nacional llegaba a la segunda vuelta de las elecciones en Francia, o cuando Amanecer Dorado, que son nazis de verdad, se convertían en tercera fuerza en Grecia, aquí no había ni rastro de una fuerza política de esa índole ni se le esperaba, de hecho se daba ya por sentado que aquí estábamos ya vacunados contra esa ideología por la herencia del franquismo, sin embargo, acabó rompiendo en Andalucía. Con el tema de los atentados está pasando igual, están teniendo lugar en todo el mundo, Rusia, Alemania, EEUU, Bélgica y aquí acabarán llegando, es inevitable, no se puede hacer nada para evitarlo.

 ¿En que momento se decide abandonar un grupo neonazi y por qué después de 20 años?

Lo fundamental aquí es lo que los psicólogos llaman sesgo de información. Cualquier radical o cualquier negacionista, ya sea un terraplanista o alguien que niega la existencia del covid, solamente va a leer cosas que refuercen su postura. Desde los 15 años yo únicamente leía literatura negacionista del Holocausto, libros nazis escritos por nazis. El momento en el que se hizo una fisura fue cuando me leí por primera vez un libro que no tenía que ver nada con esto, que fue el libro del economista griego Yanis Varoufakis, sobre economía, un libro que me removió bastante por dentro porque daba respuesta a cosas que yo creía que únicamente encontraban respuesta dentro de la óptica nazi. Por ello, encontrarme un punto de vista diferente y que además encajaba y no me parecía absurdo, fue el pistoletazo de salida. Es muy importante que la gente entienda el poder transformador que tienen los libros dentro de la personalidad y el carácter nuestro como seres humanos.

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Imagen cedida por Penguin Random House

Además del libro de Varoufakis, también fue clave para ese proceso de deconstrucción El Capital de Marx… Fue, como dices en el libro, el hundimiento del castillo de naipes…

El de Marx fue el segundo que me leí que rompía este sesgo. Varoufakis me preparó para los conceptos que me iba a encontrar en El Capital de Marx. El Capital no es un libro ideológico, es filosófico y, sobre todo, de economía, esto es importante decirlo, porque a mí lo que me tiró abajo no fue la ideología de Marx, que me importaba un pimiento, sino el comprobar que el discurso que yo había defendido toda mi vida sobre Marx no tenía que ver con lo que Marx mismo defendía. Esa imposibilidad de solapar mi realidad con esa otra realidad que yo me había encontrado fue lo que derribó a la larga todo mi edificio de dogmas.

¿Eres marxista? 

No, en absoluto.

¿A quién votas?

No voto. Una postura política o ideológica no se fabrica de la noche a la mañana y yo perdí la mía, tardaré mucho tiempo en reconstruir una postura ideológica firme.

Tienes prácticamente todo tu cuerpo tatuado con simbología nazi, ¿tienes pensando quitarte los tatuajes?

No, lo único que hice fue retocarme ligeramente los de los brazos que son los que más se ven para variarle el significado. Es parte de mi pasado, es un pasado del que no reniego y es algo que me permite estar aquí hoy hablando contigo y contestarte a preguntas importantes, como qué puede hacer un padre para frenar el proceso de radicalización de un hijo.

¿Sigues teniendo contacto con miembros de la burbuja?

Lo tenía hasta el momento que salió publicado el libro. Este mundo es muy endogámico y todos se conocen. Como sé que hay tantos intentando localizarme, he decidido cortar contacto o no tener contacto tan estrecho como el que tenía hasta este momento. En la lejanía tengo relación con alguno, porque no olvidemos que uno de mis objetivos es intentar sacar de ahí a estar personas en la medida que me sea posible y para eso no puedo aislarme, de vez en cuando tengo que hablar con ellos.

¿Eres más feliz ahora?

No sé responderte. No te puedo decir que antes era infeliz, tenía otras prioridades y las perseguía, y mi vida giraba entorno a eso y me sentía realizado viviendo así. No te puedo decir que vivía amargado. Ahora veo las cosas con otros ojos, todo es distinto, lo disfruto de otra manera. Cuando pienso en mis razonamientos de antes son como los recuerdos de otra persona y la mente me peta un poco porque no sé muy bien como gestionar estas cosas.

¿Y crees que tus padres están ahora orgullosos de ti?

Es lo que me han dicho, sí. Regeneré esa relación con ellos ya que no tenía prácticamente relación. Los consideraba, como a todo el mundo que no pensaba igual que yo, gente que les habían lavado el cerebro. Es ver el mundo haciendo el pino. Antes tenía muy poca paciencia, era muy irascible, ahora me tomo las cosas con mucha calma y es muy difícil hacerme enfadar. Duermo mejor.

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