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Cultura

Cuando el mar se hace palabra

‘El mar indemostrable’, la primera novela de Ce Santiago es una narración que se convierte en un impulso líquido, una corriente

Cuando el mar se hace palabra

Ce Santiago define el mar como “una página en blanco sobre la que hemos ido escribiendo, tachando, volviendo a escribir, tachando… de tal forma que se ha convertido en una página llena de significado y vacía de todo significado”. Cada uno se refleja en el mar según su experiencia, lo vivido. Para él, contrario al imaginario de muchos, se trata de un lugar negro, destructivo. Un reflejo que ha llevado al papel en su primer libro El mar indemostrable (Ed. La navaja suiza) en el que el gran desafío era exponer esa idea a través de la forma del texto y no de su contenido. Así, la narración se vuelve un impulso líquido, “una corriente”: el mar hecho palabra.

Ese mar que planteas en el libro es un mar muy negro, que no tiene mucha luz, que saca lo peor de las personas.

Para mí sí. Mi padre fue patrón 40 años y muchas de las historias que se cuentan en el libro me las ha contado él. Mi sensación y mi experiencia es que pasar más tiempo de tu vida en mar que en tierra crea un efecto negativo. Produce una sensación de no pertenencia bastante destructiva. No me refiero a los que faenan diariamente, sino a los que se pasan meses en alta mar. Es algo que acaba siendo destructivo.

Esa destrucción se refleja en la familia que tratas en el libro. Un núcleo destruido, con taras.

Una persona que ha sido desposeída de sí misma en el mar, cuando toca tierra no tiene más remedio que relacionarse con gente cuya vida normal ha seguido adelante y con la que no acaba de encajar. Eso solamente puede provocar dolor, situaciones tensas. Supongo que será algo parecido a cuando alguien pasa mucho tiempo en la cárcel, fuera de un círculo social en el que cuando regresa, siente que no pertenece o no le acoge o no tiene las herramientas para ponerse al día. Creo que existencialmente va por detrás de lo que está sucediendo en tierra y acaba pagando las consecuencias.

Esto lo describes en el libro con un paralelismo entre la obra viva, aquello que está en el mar, y la obra muerta, lo que está en la proa.

Cuando escribí esto, en lo que estaba pensando es que hay una separación casi metafísica entre la tierra y el mar, o por lo menos nosotros mentalmente la hemos trazado. Vivir en ese límite entre ambos mundos, no pertenecer a ninguno. También planteo en el libro que todo barco es un espacio de muerte; nada de lo que hay ahí va a acabar con vida. Si se establece ese paralelismo entre ambos mundos, y si entiendo a las personas que están en los barcos como más acuáticas que terráqueas, lo que pisa tierra acaba encontrando la muerte.

Cuando el mar se hace palabra
Imagen vía La Navaja Suiza.

Narras el mar de manera líquida, dando esta cadencia al libro.

Mi idea era convertir en texto un impulso líquido, era ver si era capaz de hacer que el texto fuera una corriente y que todos los elementos se movieran como una corriente y no al revés. De esta forma, lo importante en el libro es la forma. La forma para mí es una metáfora, y la tenía clara antes del desarrollo del texto. Al tener la forma, a partir de ahí podía ir viendo cómo iba a ir incluyendo cada parte, siempre condicionándome ante la forma. Era trabajar en un espacio cerrado, pero quería saber qué cabía. 

Dentro de esa forma, también cogen mucha fuerza las palabras, el uso de las metáforas y de los vacíos a la hora de narrar.

Al menos esa intención sí que la tenía. Me gustaba pensar como el libro pasó por un proceso de muchos descartes. No me gustaba la idea de que si daba mucha definición y situaciones, podía caer en la posibilidad de una trama y personajes mucho más claros y que la forma del libro perdiera peso, que acabara siendo más convencional. Cada vez que descartaba, la idea era que ese descarte tuviera un peso o reflejara algo dentro del texto. Que si el libro carecía de desarrollo narrativo, este lo supliera con algo que no hay ahí en el libro.

¿Por qué escribirlo desde este enfoque?

Para mí lo fundamental de la literatura, esto es una idea personal, es el lenguaje como fenómeno. El conjunto de palabras que acaban puestas en un texto, cómo acaban ordenadas. Para mí eso es la piedra de toque de la literatura. Como te decía al principio, la forma en sí es una metáfora. Cuando prima la historia para mí es algo anacrónico, a día de hoy no le veo sentido. Es un tributo a la forma y sobre todo a la metáfora.

Esa cadencia del mar también la llevas a la estructura de la página: dejas un margen en el lado izquierdo como asemejando una ola que va y viene.

Sí. Esto fue una sugerencia de uno de los editores, Pedro, que fue un acierto Yo tenía pensado que se notara más en la parte del libro que está rota, que el texto se mueve de un lado a otro, pero Pedro sugirió el espacio del margen y acertó completamente.

También metes un asterisco e introduces frases de autores que dijeron en esencia lo mismo que tú en sus obras, pero de forma diferente.

Conforme iba escribiendo, a veces me daba cuenta de que había gente que había dicho lo mismo que yo antes y mejor. Me parecía que estaba muy bien reconocer quién lo había dicho. Además, también me gustaba la idea de sacar al lector o lectora del libro y volver a introducirla, se da una sensación de movimiento dentro del texto. Así creaba un efecto corriente del que te hablaba al principio. Además, veo el texto como un objeto textual, con signos impresos. Me gusta mucho la idea de salir y entrar, de regresar al texto.

¿Qué significa para ti el mar?

Para mí el mar es una página en blanco sobre la que hemos ido escribiendo, tachando, volviendo a escribir, tachando… de tal forma que se ha convertido en una página llena de significado y vacía de todo significado. Llega un momento en el libro que llamo al horizonte del mar el renglón primigenio.

De ahí el título, El mar indemostrable.

Hay algo ahí que es un mar, pero por mucho que quieras mostrarlo no lo puedes explicar. El personaje que cataliza un poco todo esto a través de la novela, que es el padre, está sumergido, inmerso, habitado por ese mar, pero claro, hacer eso manifiesto y demostrarlo… es una verdad. Que no sea una verdad tangible, no quiere decir que no sea verdad.

¿Crees que habría que resignificarlo?

Lo hacemos todo el rato. Creo que no hay nadie que se asome a la orilla, a un acantilado o vuelva de un barco sea incapaz de volcar sobre esa página en blanco su propio significado. El mar está ahí y lo va a absorber absolutamente todo. Tiene una capacidad de absorber que no tienen ni estrellas ni cielo, ya que ahí hay algo que ver.

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