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El ministro Escrivá desespera a Moncloa por su negociación de las pensiones: «Es un desastre»

Escrivá «la lía» por segunda vez en una semana pactando con Podemos de espaldas al Gobierno y el PSOE

El ministro Escrivá desespera a Moncloa por su negociación de las pensiones: «Es un desastre»

«Escrivá la ha vuelto a liar». Con esta frase resumen fuentes socialistas el caos de una negociación de pensiones en la que llueve sobre mojado, después del sainete vivido la semana pasada en la comisión de Trabajo del Congreso, en la que el ministro de Seguridad Social pactó con Bildu un incremento de las pensiones no contributivas sin consultar previamente ni con el Gobierno ni con el PSOE. El malestar de Moncloa y el grupo parlamentario con un ministro que ha obligado a incluir en el decreto de la guerra un acuerdo sobre pensiones que no estaba previsto se disparó este miércoles durante la kafkiana negociación de la Ley de fondos de planes de pensiones.

Según adelantaron fuentes parlamentarias a THE OBJECTIVE, a primera hora de la mañana los socialistas tenían la convicción de que salvaban la votación, pero no la certeza. La vertiginosa negociación de los últimos días culminaría con que saldrían adelante los votos particulares del PSOE gracias a la abstención de Vox, lo cual permitiría corregir las enmiendas que se aprobaron la semana pasada en la comisión para destopar las cotizaciones máximas de las pensiones. Los nervios se dispararon en la noche del miércoles cuando tuvieron constancia de que «el PP está quemando los teléfonos para que esta sea la primera ley de la legislatura que pierda el Gobierno»

El PP intenta tumbar la Ley

Las maniobras populares se centraron en dos direcciones. Primero, hacia Vox, con la intención de que votasen en contra y el PP no se quedara solo en el rechazo. Sin embargo, los intentos no fructificaron porque la formación de Santiago Abascal había trasmitido «informalmente» que se abstendría. Según fuentes socialistas, «han demostrado ser en esto mucho más responsables que el PP, que no atiende a los nervios y llamadas de la patronal de empresarios» ante el riesgo a que el destope de las cotizaciones del sistema público genere un coste incalculable para las empresas españolas, como pretendía Podemos. 

Dado el fracaso al convencer a Vox, el PP lo intentó con Podemos, proponente de la enmienda del destope, para que votara en contra. Pero, tras presiones y advertencias del Gobierno, la voluntad que Podemos transmitió al PP fue inequívoca: «Nosotros somos Gobierno, no podemos votar en contra». La intención era abstenerse, toda vez que el texto no corría peligro gracias a la abstención de Vox. Pero también Podemos jugó a dos bandas, al ser informado por el ministro Escrivá de que no tenían las garantías de éxito de la votación y, ya de madrugada, amenazaron al Ministerio con votar en contra del voto particular y del dictamen de la Ley, según confirman fuentes parlamentarias de PSOE y Podemos a THE OBJECTIVE.

El enjuague entre el ministro y Podemos 

La presión surtió efecto. A las 9:00 horas de este jueves, el ministro José Luis Escrivá llamó por teléfono al portavoz de Podemos, Pablo Echenique, para aceptar «un enjuague»: Podemos podría vender un compromiso «a futuro» para destopar las cotizaciones máximas en el marco de la mesa de diálogo social, en el segundo semestre del año y según consta en los compromisos con Bruselas para el Plan de Recuperación y Resiliencia y en la recomendación número 5 del Pacto de Toledo. El pacto era simular un acuerdo para «darle una salida a Podemos para salir del paso, tras haber ido demasiado lejos». 

Era una forma de evitar que la ley decayera «en plena campaña electoral andaluza» lo cual tendría efectos devastadores para la coalición. El problema fundamental es que tanto Gobierno como PSOE eran ajenos a esa llamada y a ese acuerdo que conocerían tres horas más tarde. Al filo del mediodía, el PP confirmaba su cambio de posición hacia un voto a favor, tras la estrategia fallida de tumbar la Ley. En el PSOE, respiraban aliviados pero sólo por unos pocos minutos. 

En Podemos conocían entonces el giro de guion del cambio de posición del PP del que el ministro Escrivá era también ajeno e informaban de sus propias novedades: «Acabamos de cerrar un acuerdo para destopar las cotizaciones. Escrivá asume su compromiso de que lo va a hacer público ahora en el debate». Las alarmas se disparaban en el entorno del Gobierno y el PSOE, donde ponían en entredicho el nuevo pacto unilateral del ministro. Desde el Ministerio no confirmaban este extremo hasta que la portavoz morada del ramo, Isabel Franco, se subía a la tribuna de oradores: «Puedo anunciar que hay un acuerdo para destopar las pensiones públicas. Es el mejor acuerdo al que podamos llegar en mucho tiempo». 

El ministro «desastre»

La cara del ministro Escrivá era un poema. Recostado en su escaño y con rictus serio, el titular del ramo le ponía cara al sentir de su departamento: «Se han pasado de énfasis con su anuncio». Y así, una vez concluida la votación del dictamen, el ministro cumplió lo pactado, compareció asumiendo un acuerdo «a futuro en la mesa de diálogo social» y que negaron tajantemente después fuentes cercanas: «No hay ningún acuerdo».

Podemos aseguró lo contrario. Pablo Echenique se acogió a la excusa de que «el ministro es ministro y tiene que medir más las palabras que un portavoz». Sin embargo, tanto el Gobierno en general, su ministerio en particular, y el PSOE coincidían en rebajar el pacto a «un clavo ardiendo para buscar una salida al atolladero en el que se había metido Podemos». Un acuerdo «desiderativo», como demuestra que Ciudadanos y PDeCat, especialmente contrarios a quitar el tope de las bases máximas de cotizaciones, mantuvieron sus apoyos al dictamen de la norma.

Una «sobreactuación» de Podemos de cara a la galería que, sin embargo, ocultó el verdadero malestar interno en el seno del Gobierno y el partido con un ministro que «se ha puesto nervioso y ha ido por libre» en una negociación que el PSOE tenía cerrada «la noche anterior». La importancia del acuerdo radicaba en que supuestamente, Escrivá había pactado «lo contrario de lo que pone en el voto particular del PSOE y lo podía haber evitado si hubiera sabido que el PP salvaba la votación. No nos necesitaba», explicaban desde Podemos.

Para los socialistas, no había un riesgo real de perder la votación. Y fue la «falta de comunicación del ministro» la que generó el caos en la negociación. «Él pensó que la ley caía y no preguntó». Una evidencia del «desastre de Escrivá», según fuentes gubernamentales que ha vuelto a poner de relieve la incapacidad de un ministro que negocia de espaldas al Gobierno y al PSOE. 

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