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Desmontando a Citizenlab: estudios sin control externo y al servicio de Apple o WhatsApp

Apple anunció la aprobación de 10 millones de dólares en financiación de organizaciones como Citizenlab en pleno juicio millonario contra NSO Group

Desmontando a Citizenlab: estudios sin control externo y al servicio de Apple o WhatsApp

Ronald Deibert, director de Citizenlab, junto a la consejera de Acción Exterior, Victòria Alsina | Gencat

La investigación del ‘Catalangate’ realizada por Citizenlab, el laboratorio de la Universidad de Toronto, sobre el presunto caso de espionaje a dirigentes y activistas independentistas a través del software Pegasus ha suscitado las críticas de académicos de reconocido prestigio, así como de los liberales europeos, por la metodología empleada y condicionar el estudio académico a las demandas de empresas como Apple podría tener implicaciones éticas.

En noviembre de 2021, Apple informó de la aprobación de 10 millones de dólares en financiación a «las organizaciones que realizan investigaciones y defensa de la vigilancia cibernética» como Citizenlab y Amnesty Tech. En la nota de prensa, Apple felicitaba a estos dos laboratorios «por su innovador trabajo para identificar abusos de cibervigilancia y ayuda a proteger a las víctimas». 

En la misma línea, WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea de Facebook (ahora Meta), también ha llevado a juicio a la empresa israelí NSO Group -propietaria de Pegasus- en base a los estudios de Citizenlab y citando a algunos de sus autores.

Todo ello ha arrojado ciertas dudas sobre un posible conflicto de intereses del laboratorio canadiense o, como mínimo, sobre la motivación real para llevar a cabo las investigaciones. En especial, por la cronología de los eventos y por la posibilidad de haber recibido compensación económica por ello.

Procesos judiciales millonarios

En el libro Pegasus. El Estado que nos espía, del expresidente del Parlament, Roger Torrent, explica que Citizenlab estaba recopilando pruebas de cara a un juicio contra la empresa israelí en 2020, antes de que Apple presentara su querella en noviembre de 2021 contra dicha empresa. 

«Tardaremos aún semanas o meses, pero acabaremos de precisar y ordenar toda la información disponible sobre tu ataque, enumeraremos otros intentos de infiltración que han llevado a cabo, y lo más importante, haremos público la lista ampliada de víctimas, con nombres y apellidos. A los de Citizenlab les interesa cerrar la carpeta para poder proporcionar munición a WhatsApp, Apple y a nosotros mismos, para tener material sólido para presentar a los procesos judiciales», explica en su obra.

El laboratorio canadiense identificó un exploit (fragmento de software utilizado para aprovechar una vulnerabilidad de seguridad) que afectaba a los iPhones, llamado FORCEDENTRY. Y aunque iniciaron la investigación sobre el ‘Catalangate’ en móviles Android (como el del propio Roger Torrent o el del Ernest Maragall), finalmente solo se centraron en buscar de forma activa ataques en iPhones.

El argumento ofrecido a posteriori es que en Android es más difícil detectar posibles infecciones. Pero en el libro de Torrent de 2020 ya se explica el cambio de criterio de Citizenlab, pese a que en la demanda de Apple contra NSO Group afirman que el primer caso detectado fue en marzo de 2021.

«Trabaja en nombre de Apple»

Anteriormente, Torrent expone sin saberlo esta contradicción de estar al servicio de gigantes tecnológicos: «Me dice que Elies Campo, el informático que trabaja para Telegram y que conocía virtualmente a través de la antena de Rac1, se ha puesto en contacto con John Scott Railton y trabajarán juntos en nuestro caso. Él lo hace en nombre de Apple, que también está muy interesada en esclarecer quién hay detrás de los ataques, porque muchos se produjeron contra móviles de su marca». 

Scott Railton participó de forma telemática en la rueda de prensa de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en Bruselas para denunciar este espionaje. El académico se negó a contestar si se analizaron otros dispositivos móviles de políticos españoles que no fueran independentistas. 

Comité ético de la Universidad de Toronto

El director del centro de investigación, Ronald Deibert, afirmó tras las preguntas formuladas por el eurogrupo Renueva Europa que «Citizenlab nunca había recibido pagos o donaciones de Apple, Whatsapp o Facebook». En los entornos académicos anglosajones es común la colaboración de empresas privadas, pero hay que reflejarlo siempre en los informes y artículos.

Desde THE OBJECTIVE también se envió el pasado 26 de abril un correo electrónico a todos los responsables del informe ‘Catalangate’ para conocer detalles de la investigación, como si se recibió financiación externa, si Elies Campo, autor principal de la investigación y con vínculos con el independentismo, está en nómina de Citizenlab o para conocer dónde se llevó a cabo el trabajo de campo. Pero no respondieron a ninguna de estas preguntas.

La responsable de la Junta de Investigación Ética de la Universidad de Toronto, Margaret Kathleen Pichora-Fuller, se limitó a responder que «el protocolo que cubre el estudio descrito fue revisado y aprobado por la Junta de Ética en Investigación de Ciencias Sociales, Humanidades y Educación de la Universidad de Toronto». Una respuesta insatisfactoria teniendo en cuenta que el laboratorio es un referente internacional de la transparencia y exige rendición de cuentas a los gobiernos.

Investigaciones académicas con motivaciones judiciales

El profesor de la UNED y la London School of Economics José Javier Olivas-Osuna, especialista en populismo, secesionismo y Brexit, denunció a través de las redes sociales que «el enfoque de investigación social impulsado por juicios» puede contradecir «el ethos» de la Universidad de Toronto. 

El hecho de que Citizenlab tenga una particular fascinación con NSO Group también llamó la atención del informático Jonathan Scott. En su perfil de Twitter denunció que el laboratorio canadiense no había tenido interés en investigar a iFlytek, la «empresa sancionada» de spyware. Se trata de una compañía china que financia a muchas universidades canadienses, entre ellas la Universidad de Toronto, según este informático. 

En la misma línea, Margaret McCuaig-Johnston, miembro sénior del Instituto de Ciencia, Sociedad y Política de la Universidad de Ottawa, alertó en un artículo de opinión en ‘The Globe and Mail de los «riesgos de un sistema en el que los investigadores canadienses pueden colaborar con China».

«A medida que la nueva China del presidente Xi Jinping se ha vuelto más agresiva en la adquisición de tecnología de otros países, hemos descubierto que los científicos militares de China, así como las empresas implicadas en el estado de vigilancia del régimen, como iFlytek, SenseTime, Alibaba y BGI Group, han establecido relaciones de investigación con las mejores universidades y centros de investigación de Canadá», exponía. 

Sin evaluación externa

Citizenlab tampoco somete sus estudios a la evaluación externa ni comparte la información en abierto, algo que impide que se puedan contrastar sus conclusiones por parte de otros centros y universidades. 

«Todas las investigaciones académicas de rigor que se publican pasan por un proceso de peer review (verificación de pares), realizado por revisores independientes y sin saber la autoría», explica el profesor de la London School of Economics, José Javier Olivas, a instancias de este medio. 

En el caso de este laboratorio vinculado a la Universidad de Toronto, Amnesty Tech validó solo cuatro casos de infección. Mientras que la revisión de pares cubre la metodología, la consistencia de argumentos, el proceso de muestreo, etc. El hecho de que el director de Citizenlab, Ronald Deibert, sea consejero técnico de Amnesty, o que Etienne Maynier, experto en Pegasus y uno de los que verificó el informe de Citizenlab en nombre de Amnesty, trabajara anteriormente en Citizenlab, también empañan la imparcialidad del proceso de validación.

Precisamente este pasado martes, Deibert recibió a la consejera de Acción Exterior y Govern Obert de la Generalitat, Victòria Alsina, en Toronto. La dirigente nacionalista aprovechó la visita para valorar su trabajo y aseguró que lo publicado hasta ahora es «solo la punta del iceberg».

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