THE OBJECTIVE
Argemino Barro

Anestesia narrativa: «Ucrania ya no interesa»

«¿Deja de interesarnos Ucrania porque, en el fondo, somos unos sociópatas con la capacidad de atención de una carpa, o porque, simplemente, «eso ya lo he visto»?»

Opinión
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Anestesia narrativa: «Ucrania ya no interesa»

Víctima de un bombardeo en Ucrania mientras huía con su familia. | EP

La invasión a gran escala de Ucrania, tal y como hubiera vaticinado cualquiera que siga los ciclos informativos, ha pasado a un segundo plano. Los fragmentos de bombardeos y muerte que abrían los telediarios son ahora colas de salida y los reportajes han menguado a la categoría de pequeñas notas al pie de portada.

Y eso que la situación en Ucrania sigue siendo grave. Los rusos avanzan por el Donbás acurrucados tras su artillería, reduciendo a polvo las localidades a su paso. Mientras, bombardean las infraestructuras energéticas y alimentarias del país y bloquean sus puertos, allanando el terreno para un invierno duro, quizás decisivo.

El Gobierno de Kyiv amplía su contraofensiva en el sur, pero reconoce que pierde hasta 300 soldados diarios. El Donbás es una trituradora y la moral de los defensores, desprovistos muchas veces de equipos y entrenamiento, ya no es lo que era.

El Donbás es una trituradora y la moral de los defensores, desprovistos muchas veces de equipos y entrenamiento, ya no es lo que era

Pese a ello, la invasión de Ucrania, si miramos el número de interacciones generadas en las redes sociales, interesa hoy 22 veces menos que a principios de marzo. En la primera semana de la guerra, según datos de NewsWhip cotejados por Axios, se produjeron 109 millones de interacciones en torno al tema; a principios de junio, no llegaron ni a 5 millones. El juicio de Johnny Depp y Amber Heard, por comparación, generó en abril y mayo 6 veces más atención que la tragedia ucraniana.

La culpa no es de los medios de comunicación. Si las audiencias siguieran adheridas a las historias de combates, heroísmo, masacres y museos destruidos, los editores serían los primeros interesados en encargar estos contenidos y colocarlos en lo más alto de la agenda informativa, como hacían hace tres meses. 

Y puede que tampoco sea culpa de las audiencias. Al menos, no conscientemente. 

El problema de las historias bélicas es que se vuelven repetitivas. La primera vez que vemos a Lyudmila llorar porque ha perdido su casa, los jugos emocionales, el miedo, la tristeza, la pesadumbre, circulan por nuestras venas. La decimo-séptima vez que vemos llorar a otra señora como Lyudmila, en cambio, esa ruta neuronal ya ha sido explorada. Ya no es original. La tragedia es exactamente la misma: sabemos que es importante, que mueren inocentes y que tenemos que hacer algo, pero las ruinas y los gritos de dolor ya tienen su hueco en nuestra mente; no hay espacio para más.

El problema de las historias bélicas es que se vuelven repetitivas

Lo mismo pasa con las noticias de refugiados. Todas ellas son convulsas, pero obedecen prácticamente a los mismos patrones, a la misma estructura narrativa. Y, cuando estos patrones y estructuras se repiten, nos aburren y nos vuelven indiferentes, como si nos administrasen una anestesia narrativa. 

¿Deja de interesarnos Ucrania porque, en el fondo, somos unos sociópatas con la capacidad de atención de una carpa, o porque, simplemente, eso ya lo he visto

En 2014, que fue cuando realmente empezó este conflicto, la atención se mantuvo, con pocos altibajos, durante los 6 meses en que se sucedieron la revolución del Maidán, la anexión ilegal de Crimea y el estallido de una guerra instigada por Rusia en el Donbás. La crisis fue desenvolviéndose de manera dramática, imprevista y original. El guionista cósmico estaba inspirado: en cuanto las audiencias apartaban la vista, se producía un giro argumental y volvían a estar pegadas a las pantallas.

El Gobierno ucraniano, que encabeza un exactor y productor de televisión, tiene muy en cuenta la importancia de la narrativa, de ofrecer nuevas épicas, nuevas historias, para que las democracias sigan prestando atención y las armas sigan llegando.

«Al pueblo de los Estados Unidos: no os acostumbréis a esta guerra», dijo la primera dama ucraniana, Olena Zelenska, en ABC News. «Si no, nos arriesgamos a una guerra interminable».

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