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Jorge San Miguel

Cinco tesis sobre Casado y el PP post-Casado

«El dilema pasa de si es aceptable apoyarse en Vox como socio senior a si conviene apoyar a Vox como socio junior»

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Cinco tesis sobre Casado y el PP post-Casado

El presidente de VOX, Santiago Abascal (izq) y el presidente del PP, Pablo Casado (dech). | Europa Press

1) Hasta ayer, el Partido Popular era el único gran partido nacional que seguía funcionando, más o menos, según los usos heredados del sistema de partidos del 78. El PSOE es ya otra cosa desde la segunda venida de Sánchez, como otra cosa es IU tras su absorción por Podemos y otra cosa ha sido siempre Ciudadanos. La tendencia es a estructuras personalistas, plebiscitarias, orientadas a la comunicación 24h y con una relación problemática tanto con los contrapesos internos como con el poder institucional. La llegada de Casado, es cierto, ya se produjo en un contexto ajeno a los usos tradicionales, mediante unas primarias y una campaña por el apoyo de las bases. No obstante, se diría que Casado (o Teodoro García Egea) se ha quedado a medias en la transformación: ni ha aprovechado las oportunidades de hiperliderazgo, ni ha conseguido congelar al partido en un funcionamiento más o menos tradicional; hasta el punto de que ha sido el surgimiento explosivo de un nuevo liderazgo pop mediático lo que se lo ha llevado por delante. Quien se haga cargo del PP a partir de ahora no podrá obviar esta cuestión, que se entrecruza con un inédito protagonismo del poder autonómico.

2) La salida de Casado y la llegada de Feijóo, o quien llegue, no resuelve la mayor fuente de tensión y confusión del período: la relación con Vox. No hay mayorías alternativas a Sánchez en la derecha que no pasen por Vox, se ponga el personal como se ponga. El PP puede seguir consumiéndose en esa vivencia agónica o tratar de finiquitar el asunto y pasar a otras cosas. De hecho, la crisis popular de esta semana puede haber resuelto en cierto modo la cuestión trastocando el orden de factores: a tenor de las encuestas, y salvo rearme inmediato, es posible que el dilema deje de ser si es aceptable apoyarse en Vox como socio senior y empiece a ser si conviene apoyar a Vox como socio junior.

3) No es lo mismo, pero tiene que ver con lo anterior. Detrás del enfrentamiento entre Casado y Ayuso se entrevé algo de ideológico, pero no acaba de expresarse con claridad y el peso de la pura lucha de poder aparece definitivo. Pero en algún momento el Partido Popular tendrá que plantearse si ofrece algo en el nuevo menú ideológico de la derecha. El equipo de Casado hizo un esfuerzo por acercarse a la sociedad civil durante la última convención popular, pero es difícil ver dónde han calado esas ideas, qué reflejo han tenido las discusiones. El ayusismo es una idea limitada pero concreta y eficaz de libertad. No tendrá vuelos muy altos, pero tampoco es que Podemos o el Partido Socialista estén poniendo en circulación ideas exactamente empíreas, y ahí andan. Ciudadanos ilustra las limitaciones de hacer política despolitizada hoy en día, y el PP quizás descubra que, en el nuevo mundo, mimetizarse en los viejos consensos con la excusa de la gestión -y a ver qué «gestión» nos dejan estos años…- igual ya no basta para llegar.

4) El PSOE efectuó desde la época de Zapatero una transición generacional desde los antiguos cuadros del felipismo a los nacidos y crecidos en democracia y en el regazo del partido. El resultado ideológico e intelectual está a la vista de todos y tampoco hay por qué hacer sangre. La irrupción de Casado y la laminación de los sorayos se puede intuir como el inicio de un proceso parejo en Partido Popular, que pasaría de reclutar cuadros en la aristocracia funcionarial del Estado a nutrirse ante todo de las NNGG. Aunque la llegada de Feijóo pueda retrasar un tanto el proceso, Robert Michels y el avance inexorable de la edad afirman que sucederá. En esas condiciones, y dado que los partidos son ante todo organizaciones llenas de personal, la catadura del nuevo personal será determinante para dilucidar las cuestiones que hemos visto hasta ahora. El optimismo, para el que se lo pueda permitir.

5) ¿Para qué sirve el PP? ¿Sirve para desalojar a Sánchez, o bien apuntala el estado de cosas que ha hecho posible y casi inevitable el sanchismo? ¿Ha servido de freno al autoritarismo pandémico? ¿Intuye al menos que algo ha habido de eso? ¿Qué tiene que decir de distinto sobre la transición energética y la inflación, sobre el reparto de los fondos UE y el cacareado «cambio de modelo», sobre el papel general de España en la Unión, sobre la reconfiguración confederal de facto que ha sufrido nuestro país, sobre las, ejem, «guerras culturales»? Hay un partido en la derecha que se pronuncia sobre esos asuntos y crece en las encuestas. Pronunciarse no asegura, claro está, crecer; pero posiblemente no pronunciarse tampoco lo haga ya a estas alturas.

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