THE OBJECTIVE
Velarde Daoiz

¿Quién contamina Madrid?

«Si para mejorar la calidad del aire las soluciones se centran sobre el tráfico, se están aplicando medidas con una relación coste/beneficio mejorable»

Opinión
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¿Quién contamina Madrid?

Tráfico en Madrid. | EP

Hace unos días se hicieron públicos los datos de contaminación del Ayuntamiento de Madrid correspondientes a 2021. Han sido, con 2020, los mejores datos de calidad de aire de los registros históricos. Y si bien es cierto que ambos años han sido atípicos en materia de tráfico por la pandemia (más 2020 que 2021), también lo es que, como comentaba en este mismo diario hace unas semanas, simplemente continúa la tendencia de décadas de mejora del aire que respiran los madrileños.

Pese a ello, en una de las estaciones de la red de medición de Madrid (Plaza Elíptica), continúa superándose, por muy poco, el límite establecido por la UE como nocivo para la salud de los vecinos. Por lo que, como concluía hace unas semanas, aunque debemos celebrar la mejora de los niveles de contaminación, no debemos conformarnos. 

Para intentar solucionar cualquier problema, lo primero que un gestor debería hacer es realizar un diagnóstico certero de las causas que lo originan. En el caso de la contaminación, conviene repasar cuáles son sus fuentes principales, especialmente en aquellos momentos en que se produce la superación de los valores umbrales límite establecidos por la legislación vigente. En particular, en Madrid, los momentos más conflictivos son los invernales. En una ciudad de clima continental como la capital de España, durante las noches frías y despejadas de invierno se produce con frecuencia un fenómeno llamado «inversión térmica»: el aire más cercano al suelo se enfría más rápido que el que está por encima de él y, en vez de ascender a las capas superiores de la atmósfera, queda ‘atrapado’, evitando con ello que los contaminantes que contiene se disipen y distribuyan en las capas superiores (que ya no respiramos). No es coincidencia que sea durante estos meses cuando se producen los «episodios de alta contaminación», y es este periodo el que impide que el aire de Madrid (que recordemos una y mil veces está más limpio que hace 10 años, mucho más limpio que hace 20, y muchísimo más limpio que hace 30-40), cumpla en todas sus estaciones de medición con las recomendaciones y normativas europeas.

Por ello voy a intentar realizar, apoyándome en datos oficiales de diversas fuentes, una ‘calendarización’ mensual aproximada de las emisiones de NOx y PM2.5 (dos de los contaminantes más nocivos para la salud) en el municipio de Madrid, apoyándome fundamentalmente en su Inventario de Emisiones 1999-2019, y centrándome en las actividades emisoras durante 2019 (el último año prepandemia).

Para intentar periodificar mensualmente lo mejor posible las emisiones de las calefacciones domésticas (asimilables a las plantas de combustión no industrial, según el Inventario) me he basado en las temperaturas medias, máximas y mínimas de Madrid en cada mes, y he realizado las siguientes hipótesis:

  1. El consumo entre junio y septiembre es cero
  2. En mayo, el 1% del total consumido (y por tanto emitido) en calefacción
  3. Octubre: 2%
  4. Abril: 6%
  5. Marzo: 11%
  6. Noviembre: 12%
  7. Febrero: 19%
  8. Diciembre: 24%
  9. Enero: 25%

Para las emisiones del tráfico rodado, he utilizado los datos de consumo de combustibles de automoción en la Comunidad de Madrid que proporciona CORES y he asumido que las emisiones son proporcionales a los mismos. Para los datos de tráfico aéreo (y otra maquinaria móvil) he usado los datos de tráfico de pasajeros del Aeropuerto de Barajas, y he asumido emisiones proporcionales a la evolución del mismo. Para los otros grupos (fundamentalmente combustiones en plantas industriales y tratamiento de residuos), de bajo peso relativo y a falta de mejor información, he asumido que emiten por igual independientemente del mes del año. En todos los casos he utilizado los datos correspondientes a 2019. Por supuesto, cuantitativamente estas hipótesis no son perfectas. El consumo de las calderas de calefacción variará mensualmente de año en año de manera relevante según la meteorología, los datos de consumo de carburantes en la Comunidad de Madrid no tienen por qué reflejar perfectamente el tráfico rodado dentro del término municipal, el aeropuerto no repartirá geográficamente por igual sus emisiones por todo el término municipal, etc. Sin embargo, sí creo que son los suficientemente aproximadas para intentar reflejar, en términos de orden de magnitud, la realidad estacional de los emisores más relevantes en la ciudad de Madrid, tanto para Óxidos de Nitrógeno (NOx) como para partículas en suspensión (PM2.5).

Las conclusiones fundamentales de este ‘análisis de servilleta’, reflejado en los gráficos adjuntos (si algún lector tiene interés en tener acceso a los datos no tiene más que pedírmelo en los comentarios a este artículo, o por mensaje directo en Twitter), son las siguientes:

  • El tráfico rodado es la mayor causa de emisiones en el Ayuntamiento de Madrid en términos anuales (como indica el Inventario, representa el 42% del total de emisiones de NOx y el 57% de las partículas en suspensión más pequeñas y nocivas, PM 2.5).
  • Los meses de invierno (diciembre, enero y febrero) son, de lejos, aquellos en los que se emite mayor cantidad de contaminantes a la atmósfera. De hecho se emiten casi un 50% más Óxidos de Nitrógeno (NOx) y el doble de partículas en suspensión PM 2,5 que en verano (julio, agosto y septiembre). Si encima se producen fenómenos de inversión térmica, la calidad del aire se agrava durante ese periodo.
  • Durante el invierno, particularmente durante los momentos más fríos, la principal causa de emisiones, tanto de NOx como en PM2.5, son las calderas de calefacción domésticas (las barras naranja del gráfico inferior), no el tráfico rodado (barras azules). Por el contrario, y como es lógico, durante los meses cálidos es el tráfico rodado el principal responsable de emisiones contaminantes. Sin embargo, pese a ser el ‘periodo punta’ tanto en tráfico rodado como aeroportuario, los niveles de calidad del aire son mucho mejores en verano que en invierno. Tanto por el hecho de que el volumen de emisiones es muy superior en invierno como por la inversión térmica antes mencionada.

Como decía al principio, cuando intentamos resolver un problema, conviene hacer un análisis certero de sus causas raíz para intentar solucionarlas. Si para mejorar la calidad del aire en Madrid las soluciones se centran casi exclusivamente sobre el tráfico rodado, cuando durante los meses de mayor contaminación atmosférica ni siquiera es la causa principal de emisiones, o se afina muy bien el tiro (aplicando un ‘rifle de precisión’ en vez de cañonazos), o probablemente se estén aplicando medidas con una relación coste/beneficio cuando menos mejorable y causando molestias quizá innecesarias para muchos ciudadanos.

En un próximo artículo aventuraré algunas sugerencias sobre cómo creo que se podría seguir intentando mejorar la calidad del aire de Madrid, afectando lo mínimo posible a la movilidad y el bolsillo de los madrileños. 

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