THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

Las guerra de las espartanas

Días atrás resultó bastante ridículo oír algunas voces invitando a rasgarse colectivamente las vestiduras al ver que las espartanas de Coca-Cola, tras años de conflicto laboral, habían logrado captar la atención de la gente sólo al desnudarse en Interviú.

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Las guerra de las espartanas

Reuters

Días atrás resultó bastante ridículo oír algunas voces invitando a rasgarse colectivamente las vestiduras al ver que las espartanas de Coca-Cola, tras años de conflicto laboral, habían logrado captar la atención de la gente sólo al desnudarse en Interviú. Almas de cántaro, pero si esa es una lección de 1º de Sociedad del Espectáculo. No hay que ponerse estupendos con las lecturas pedagógicas; sencillamente las espartanas se han desnudado a sabiendas de que era un método directo para ser trending topic y poder mostrar su larga batalla en las Termópilas de los tribunales. De hecho, no se han cuestionado sus motivos: “Seis mujeres de trabajadores de Coca-Cola son portada de ‘Interviú’ para reclamar los derechos laborales que sus maridos ganaron en los tribunales”.

Claro que es más fácil prestar atención a las espartanas por ese posado que por el tortuoso conflicto laboral. Y sobre todo con un periodismo que compite cada vez más en el negocio del entretenimiento, como ayer enarbolaba Eli Pariser, fundador de Upworthy, sitio de viralización. Desnudarse conserva un plus de noticiabilidad aunque carezca de novedad –ya no queda gremio por despelotarse en un calendario, desde estudiantes o deportistas de todas las disciplinas a octogenarias entusiastas– y las espartanas han aprendido cómo va esto, porque desde hace tres años el mayor hit mediático del conflicto ha sido el desliz hipocritilla de Espinar. En realidad no hay noticia que resista tres años, y menos un embrollo judicial que se dirime de instancia en instancia, de recurso en recurso. Hay que ser creativos y provocadores.

Esas mujeres saben que no es fácil identificarse con un conflicto judicial lleno de tecnicismos, pero que es fácil simpatizar con ellas, por su tenacidad y porque es un duelo demasiado desigual. Coca-Cola, bajo la lógica de Goliat, con recursos de sobra para doblegar a los trabajadores de la planta de Fuenlabrada, ha convertido esto en una cuestión de autoridad. Marcos de Quinto incluso se reunió con tres ministros para aquel ERE que pelearon hasta el Tribunal Supremo y perdieron; por eso, al aplicar la sentencia, castigaron a los demandantes recolocándolos con su salario pero en definitiva poniéndolos a pasar botellas vacías a cajas. Ahora un juzgado de lo social les da la razón en eso, y habrá más recursos. En definitiva la batalla jurídica es larga y tediosa; en cambio, funciona bien el relato de ‘las espartanas desnudas por sus derechos’.

Claro que siempre habrá quien vea un cierto cinismo en llevar la batalla laboral a un posado en la portada en Interviú. Pero ‘en el amor y en la guerra todo vale’… sobre todo cuando se pelea en desventaja. Por demás entre la lógica mártir, como esas heroínas de La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, o desnudarse, la elección parece fácil: mejor posar como guerreras semidesnudas o de pin-up de la marca. Eso sí, el riesgo de usar los resortes de ‘la sociedad del espectáculo’ es que se pueden sufrir las consecuencias de la ‘sociedad del espectáculo’: desnudarse para defender unos derechos laborales, y que se vean sólo unas señoras desnudas.

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