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Economía

Los supermercados obtienen cada vez más beneficios a costa de los productores

Los supermercados retienen un porcentaje cada vez mayor del dinero que los consumidores pagan del precio final de los productos, en ocasiones hasta un 50%. Sin embargo, el porcentaje que llega a los trabajadores y productores es cada vez menor y en ocasiones reciben menos de un 5%, según el informe La hora del cambio: acabar con el sufrimiento de las personas en las cadenas de suministro de los supermercados encargado a la Oficina para la Evaluación de Impactos Sociales para la Información Ciudadana (BASIC) por Oxfam. 

Los supermercados obtienen cada vez más beneficios a costa de los productores

Los supermercados retienen un porcentaje cada vez mayor del dinero que los consumidores pagan del precio final de los productos, en ocasiones hasta un 50%. Sin embargo, el porcentaje que llega a los trabajadores y productores es cada vez menor y en ocasiones reciben menos de un 5%, según el informe La hora del cambio: acabar con el sufrimiento de las personas en las cadenas de suministro de los supermercados encargado a la Oficina para la Evaluación de Impactos Sociales para la Información Ciudadana (BASIC) por Oxfam.

La creciente concentración de los supermercados y su poder de negociación aumentan el riesgo de violaciones de derechos humanos y laborales y reducen los precios de los productos, denuncia el informe.

El notable poder que ejercen estas empresas deriva en la precarización, en el acoso en el sector agrícola y alimentario, y en el trabajo de los niños en este mercado, según esta investigación, que muestra las disparidades en la repartición del valor de los productos a partir del estudio de una canasta de 12 productos (desde aguacates de Perú a tomates de Marruecos, pasando por judías de Kenia o arroz de Tailandia).

Los productores recibían un 8,8% del precio final de la canasta entre 1996 y 1998, mientras que no recibían más del 6,15% en 2015. Por su parte, los beneficios de los distribuidores han aumentado un 5% en 20 años. Con el crecimiento de las empresas minoristas alimentarias de descuento, como Aldi y Lidl, y la compra de Whole Foods en 2017 por Amazon, Oxfam teme un “nuevo periodo de mayor reducción de costes” y que las economías de escala empeoren las “normativas sociales y medioambientales que rigen las cadenas de suministro”.

En 2016, las ocho primeras grandes superficies del mundo que cotizan en bolsa registraron cerca de un billón de dólares en ventas, pero no se reinvirtieron los beneficios en sus proveedores, sino en sus accionistas, apunta el estudio. Esto influye en que los productores y proveedores cada vez obtienen menos beneficios desde hace 20 años. Los supermercados “han crecido hasta controlar los distintos eslabones de la cadena de producción alimentaria” y aplican una “constante presión” para “reducir los precios manteniendo unos estándares de calidad constantes”.

 

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Las fusiones de los gigantes agroquímicos, entre las que puede incluirse la de Bayer y Monsanto, ejemplifican la tendencia a la adquisición y concentración, y la pérdida de influencia de los productores y proveedores en la cadena de producción alimentaria. Pronto podría haber solo tres grandes grupo controlando más del 60% del mercado mundial de semillas y pesticidas, añade el informe. Tan solo cuatro empresas acaparan el 70% del comercio de materias primas básicas como el trigo, el maíz y la soja, mientras que la mitad del total de las ventas mundiales de alimentos está en manos de solo 50 empresas.

Las personas que cultivan y trabajan en las cadenas de suministro de los 12 productos analizados por la ONGapenas logran subsistir y viven en situación de pobreza. Una encuesta realizada por Oxfam a campesinos y trabajadores en cinco países reveló que la mayoría tiene dificultades para alimentar a sus familias. En el caso del té de India y las judías verdes de Kenia, “los trabajadores ganan menos del 50% de lo que necesitarían para llevar una vida sencilla y digna”, recoge la investigación. Este caso se agrava en las industrias donde las mujeres representan la mayor parte de la mano de obra.

Oxfam ha defendido las “inversiones mínimas” para favorecer una mayor equidad en el reparto de valor, la imposición de precios mínimos por parte de los poderes públicos para los productos agrícolas básicos y una mayor restricción de la concentración del poder de negociación.

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