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Un documental de Netflix revoluciona la NBA: ¿están amañados los partidos?

La segunda parte de documentales de Netflix sobre historias turbias del deporte presenta un episodio de apuestas en la NBA que deja muchas preguntas

Un documental de Netflix revoluciona la NBA: ¿están amañados los partidos?

Fotograma del documental. | Netflix

Untold se puede traducir como Al Descubierto. Pero esencialmente, y para la mejor comprensión de los espectadores, sería Lo que no se ha contado… hasta que llega a Netflix. «Untold» es el término en inglés que precede a los títulos de una serie de documentales cortos que se han convertido en todo un suceso en el servicio de streaming. ¿Por qué? Porque muestran el lado más oscuro del deporte.

Por ejemplo, en la segunda temporada de Untold, los usuarios del servicio de streaming conocen el colapso psicológico de una estrella del fútbol americano que fue víctima de catfishing (se enamoró de una mujer por Facebook sin saber que quien estaba detrás del perfil era un hombre). En otro capítulo, se narra cómo una competencia callejera (AND1), que fue más popular que la propia NBA, se fue a pique por una lucha de egos y golpes bajos de Nike. Con Untold: Operation Flagrant Foul, estas investigaciones consiguen su punto más alto.

El documental, cuyo título hace referencia a una falta alevosa en el baloncesto, es dirigido por David Terry Fine y gira en torno al ex árbitro de la NBA Tim Donaghy, quien fue declarado culpable de conspirar para «amañar partidos», en medio de una investigación de apuestas en 2007. No es un simple relato de ludopatía. Lo que parece un caso puntual de ambición desmedida, de aprovechamiento de un cargo para la propia fortuna, se convierte en algo más complejo. ¿Acaso toda competencia profesional no está amañada por sus propios directivos desde un principio? Antes de meternos en profundidades con esta pregunta, necesitamos contexto.

¿Quién era Tim Donaghy?

La pasión por el deporte de Tim Donaghy (17 de enero de 1967, Filadelfia, Estados Unidos) la heredó de su padre, Gerry, que brilló como árbitro en la NCAA y NBA. Con sangre de deportista, el joven planificó con paciencia de arquitecto su llegada a las ligas mayores de los aros. Y lo logró, demostrando el buen ojo que tenía para las jugadas difíciles.

La carrera de Donaghy pudo haber terminado muy rápido. Cuando debutó en la NBA, le pitó una falta en las instancias finales del juego a la estrella de los Indiana Pacers, Reggie Miller. Los aficionados en Indianápolis convirtieron la pista en una guerra, molestos por la decisión. La revisión de la jugada, no obstante, demostró que el árbitro tenía razón.

A partir de entonces, el protagonista del documental se ganó a sus jefes. Si se revisa su carrera, se nota que estaba bien conceptualizada. Trabajó durante 13 temporadas, de 1994 a 2007. Eso se tradujo en 772 partidos de temporada regular y 20 de postemporada. Los problemas de Donaghy, pues, no comenzaron con sus decisiones en la cancha sino fuera de ella.

Amistades peligrosas

Como cualquier empleado en una empresa importante, Donaghy recibía información clasificada; datos que muy pocos manejaban. Por ejemplo, si una estrella del tabloncillo estaba jugando con una lesión no informada al público. Precisamente por su trabajo, escuchó que un equipo ya eliminado, jugaría a media máquina porque le convenía quedar de último (si finalizas con un récord terrible, el próximo año puedes escoger en el draft a los mejores jugadores de primero). Incluso, sabía si existía una enemistad entre un árbitro y algún técnico o atleta, lo cual significaba que el árbitro podría ser más estricto que de costumbre con estos protagonistas.

Como se sabe, los partidos en cualquier disciplina se pueden decidir por detalles microscópicos y Donaghy era muy bueno notándolos. Así, con esta información de primera mano, comenzó aconsejando a un amigo en algunas apuestas, mostrando una gran asertividad en los pronósticos. Un conocido del árbitro, Jimmy Battista, tuvo conocimiento de tal porcentaje de acierto y usó a un amigo común, Tommy Martino, para crear una estrategia que le deparara ganancias a los tres. 

La estrategia era sencilla, Martino llamaba al árbitro, le hacía unas preguntas en clave, de ahí salían los pronósticos y Battista movía las apuestas. Como el porcentaje de triunfos era mayor al 70%, el negocio era más que rentable para todos. El «negocio» floreció. Las tímidas inversiones pasaron a ser millonarias, hasta que por casualidad, durante una investigación del FBI, saltó el nombre de Martino, Battista y, finalmente, el de nuestro querido árbitro. Ese fue el fin de Donaghy en la NBA y el principio de otra investigación mucho más ambiciosa.

No te metas con la NBA

Solo cuando Donaghy acepta su delito, comienza el verdadero documental. Es decir, en el momento en que Phil Scala, el incorruptible agente del FBI, entra en escena y le propone ir a por los peces grandes, es que empezamos a frotarnos las manos frente a la televisión porque la historia deja de ser sobre un hombre aficionado a las apuestas a la caza de Moby Dick. 

Veámoslo así: abogados, impicados y autoridades policiales creen que es posible que la NBA promueve la cultura de la desventaja. Cuando se le ordena a un árbitro dejar pasar ciertas cosas, por el espectáculo, ¿no se está creando el contexto para las trampas? Esta es la primera pregunta que trasciende del documental. Y si es así, ¿se trata de una orden de una persona o de una cultura corporativa? Es, para ponernos en contexto en España, como si a un árbitro se le dijera que no se podía expulsar a Messi o Cristiano Ronaldo.

El verdadero dilema ético pues no es si Donaghy hizo bien o mal. Eso está muy claro. El verdadero tema de discusión es, si a las estrellas como Jordan, por ejemplo, se les permitía ciertas libertades en los movimientos que a otros no, ¿no se estaba estafando a los espectadores, y a la propia esencia del deporte?

Si lo que dice Donaghy es cierto (y los vídeos en algunas jugadas parecen darle la razón) David Stern y toda la cúpula de la NBA, debía darle explicaciones a todo un país. Lamentablemente la estrategia de Phil Scala para conocer si existía una política que promovía la competencia desleal en diferentes niveles se fue al traste cuando se filtró a la prensa que un árbitro había realizado apuestas. Era cuestión de días para que conociera el nombre del juez y así fue.

A los espectadores solo nos queda imaginar lo que Donaghy podría haber hecho actuando como Leonardo DiCaprio en una versión deportiva de El Infiltrado (Martin Scorsese, 2005). Una lástima. Quedará para la historia como la investigación encubierta jamás contada.

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