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Cultura

La cápsula del tiempo de Annie Ernaux

La escritora revisa en un documental codirigido con su hijo menor, David Ernaux-Briot, los videos caseros de su vida familiar entre 1972 y 1981

La cápsula del tiempo de Annie Ernaux

La escritora Annie Ernaux. | Atlàntida Mallorca Film Fest

Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) es una autora apegada a lo autobiográfico y al comentario social; un faro del feminismo responsable de libros de cabecera para sucesivas generaciones que han hallado en sus testimonios palabras para nombrar sus frustraciones y sus anhelos de emancipación. En los últimos años, el cine se ha nutrido de dos de sus novelas: Pura pasión (Danielle Arbid, 2020), que ahonda en el deseo femenino y la obsesión carnal, y la desgarradora El acontecimiento (Audrey Diwan, 2021), León de Oro en Venecia. La trama, contextualizada en los años sesenta en una Francia donde el aborto todavía estaba penado por la ley, se ha erigido an un alegato extrapolable a nuestros días sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. 

La veterana novelista debuta ahora en la dirección junto a su hijo menor, David Ernaux-Briot, en el documental Los años super-8. Juntos han extractado los videos caseros grabados por el fallecido Philippe Ernaux entre 1972 y 1981. En ese lapso de tiempo, hay estampas familiares, viajes a Albania, Marruecos, Moscú, Portugal y España, apuntes políticos sobre el fin del franquismo, la Baader-Meinhof o el rayo de luz que supuso la subida al poder de Salvador Allende en Chile, pero sobre todo, la audiencia asiste a un diario íntimo que mira al pasado desde un presente distanciado. Annie se refiere en tercera persona a la profesora de literatura, esposa y madre que fue. Durante aquel periodo, publicó dos libros, Los armarios vacíos (1974) y La mujer helada (1981), el primero, escrito a espaldas de su marido. 

Annie Ernaux y su hijo, David Ernaux-Briot. | Foto: Atlàntida Mallorca Film Fest

Como si de una cápsula del tiempo se tratara, la escritora de culto  nos entrega sus recuerdos con la pátina de saber, desencanto y estupor que brindan cuatro décadas de trecho vital. La directora debutante visitó la última edición del Atlàntida Mallorca Film Fest y su película será estrenada por Filmin este otoño.

PREGUNTA. ¿Qué emociones te ha despertado revisar estas grabaciones 40 años después?

RESPUESTA. Si las hubiera revisado 15 o 20 años después, podía haberme sentido turbada, pero ahora lo que veo es una mujer diferente, alguien que fui yo, pero ya no soy, en un contexto que ya no es el mío. Ha resultado una experiencia muy dulce, pero carente de emoción, que me ha permitido crear la narrativa que acompaña las imágenes.

P. ¿Has descubierto algo sobre ti misma en el proceso?

R. Más que descubrimiento, he experimentado una confirmación de mi evolución. Me miro ser esa mujer. Salgo de mí misma para observarme en el pasado y reparar en lo que he cambiado.

P. En tu escritura sueles servirte de tus recuerdos y tus diarios, ¿ha sido diferente trabajar a partir de material audiovisual o una extensión de tu práctica habitual?

R. Ambas cosas. Ha sido un trabajo nuevo que ha dado como resultado un objeto distinto en mi corpus creativo. Por un lado, ha sido una extensión, porque de nuevo he trabajado con mi memoria, como así lo hago en mis libros, pero por otro, también ha resultado distinto, porque he tenido que someterme al contenido audiovisual, y aunque me haya servido de mis diarios y de mis ideas, el punto de partida fueron esas imágenes conocidas. Al revisarlas no las viví como alguien que las descubre, sino que mi cometido era contextualizarlas, trabajar sobre aquel periodo vital. 

Fotograma de la película.

P. En varias entrevistas en medios franceses has ahondando en tu cinefilia y en tu apego a Éric Rohmer. ¿Qué influjo tuvo la nouvelle vague en tu manera de escribir?

R. Mi cinefilia se nutre tanto de la nouvelle vague como del movimiento literario nouveau roman. Los descubrí al mismo tiempo. Pero es cierto que figuras como Agnès Varda y películas como El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961) y El amigo de mi amiga (1987), de Éric Rohmer, supusieron un impulso para escribir de manera diferente.

Fotograma de la película.

P. La película que citas de Rohmer está ambientada, precisamente, en Cergy-Pontoise, localidad que se retrata en vuestra película y donde vives desde hace más de 40 años. 

R. Ha sido tentador contrastar la imagen que él quería transmitir de Cergy-Pontoise, su exploración de la cuestión geográfica entre la ciudad y la periferia, y lo que yo siento. Por eso encontré interesante participar en el documental de Régis Sauder J’ai aimé vivre là (2020). El título es una frase que pronuncio en esa película, amaba vivir allí. 

P. Muchas de las imágenes que vemos son de los setenta, un periodo donde todavía se podía soñar con un mundo nuevo. ¿Cómo ves hoy la evolución del mundo?

R. Es evidente que los años setenta y lo que ahora vivimos son la noche y el día, la diferencia es radical. Pero esta distinción ya empezó a germinar entonces. En aquella década pensamos que podíamos expandirnos en el mundo entero, experimentar todo tipo de cosas, también en el plano político. La naturaleza era el teatro donde podíamos expresarnos, hacer realidad nuestro deseo de viajar. Después nos dimos cuenta de que el medio ambiente era una fuente de recursos limitados. La conclusión es que no podemos predecir la evolución del mundo. Jamás. Ahora mismo estamos al límite y existe una forma de desesperanza, pero habrá otros momentos en que reviva la esperanza, ese deseo de conquista. 

P. Tu película no sólo retrata tu vida íntima, sino que también imprime un comentario político. ¿En qué medida fue el Chile de Allende un punto de inflexión primero y una pérdida de inocencia, después?

R. El viaje a Chile fue importante en mi vida personal, porque supuso la revelación de mi situación fuera de mi clase social de origen. Esa idea de que mi memoria y mi historia personales eran de otra clase social me sobrevino caminando por las calles de Santiago, especialmente cuando fuimos a Poblaciones. Allí volví a una forma de vida de la que tenía recuerdos, los de mi propia familia, no la inmediata, ya que mis padres estaban ya por encima de sus orígenes. Esa visión de pobreza, de falta de cultura, me hizo retrotraerme a ese divorcio que viví entre quién era en mi infancia y juventud y la adulta en la que me había convertido, esa mujer que había ido a Chile a ver la miseria.

Fotograma de la película.

P. ¿Qué es lo que te impulsó a escribir por primera vez?

R. Mi deseo surgió a la edad de 20 años. A los 22 escribí un libro que no se publicó. Retomé la escritura 10 años después y lo que me impulsó fue la conciencia de la transfusión de clase, de preguntarme por el proceso que me había llevado a convertirme en la mujer que vemos en la pantalla: profesora, bien vestida, viviendo en un medio chic… ¿Cómo había cambiado de clase social y me había convertido en esa persona?

P. ¿Y qué inspiró el texto que acompaña las imágenes de este documental?

R. Es una cuestión interesante… Fue el sentimiento de poder sumergirme en un periodo de mi vida en el que había escrito, pero no en un estilo directo y autobiográfico. La película es, por tanto, una especie de mise en abyme, una figura retórica que consiste en imbricar una narración en otra.

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